The transition from the Instituto Tecnológico del Sur to the
Universidad de la Libertadora (Bahía Blanca, 1956-1960)
Martín Aveiro Coppolino
Universidad Nacional del Sur, Argentina lic.aveiro@gmail.com
Recibido: 22 de septiembre de 2023
Aprobado: 24 de octubre de 2023
Publicado: 1 de enero de 2024
Cita sugerida: Aveiro Coppolino, M. (2024). El paso del Instituto Tecnológico Del Sur a la Universidad de la Libertadora (Bahía Blanca, 1956-1960). Revista de la Escuela de Ciencias de la Educación. 1(19) 19-34.
Nos proponemos indagar en la transición institucional que atravesó los primeros años de la Universidad Nacional del Sur (UNS) -1956-1960- después del golpe de Estado de 1955 denominado Revolución Libertadora, la cual fue cimentada sobre la base del precursor Instituto Tecnológico del Sur (ITS), fundado en 1947 por el peronismo. De modo de comprender el entramado de relaciones y diferenciaciones entre una y otra institución a partir de las trayectorias particulares de intelectuales o científicos que transitaron por la casa de estudios de la ciudad de Bahía Blanca. En síntesis, en este artículo vamos a examinar las continuidades y discontinuidades o sus diversos grados de resquebrajamiento en sus representaciones, ideologías y objetivos a partir de su drástica reestructuración y los intentos de eliminación de su pasado inmediato. Para ello, analizaremos fuentes documentales, entrevistas orales y bibliografía específica que trata el período para contrastarla con las miradas históricas oficiales que reconstruyen su pasado sin inmutarse del todo ante la ruptura que significó el traspaso institucional entre el ITS y la UNS. De cierta manera, esas interpretaciones, ocultan más que develan la trama profunda de situaciones, relaciones, articulaciones, quiebres y fisuras con las cuales se constituyó la Universidad creada por la Revolución Libertadora.
Palabras clave: Universidad – Revolución Libertadora – Peronismo –
Intelectuales.
We propose to investigate the institutional transition that the National
University of the South went through in the first years, 1956-1960 after the
coup d'état of 1955, called the Liberating Revolution. Which was founded on the
basis of the precursor Southern Technological Institute, founded in 1947 by
Peronism. In order to understand the network of relationships and
differentiations between one institution and another based on the particular
trajectories of intellectuals or scientists who passed through the study house
in the city of Bahía Blanca. In summary, in this article we are going to
examine the continuities and discontinuities or their various degrees of
cracking in their representations, ideologies and objectives based on their
drastic restructuring and the attempts to eliminate their immediate past. To do
this, we will analyze documentary sources, oral interviews and specific
bibliography that deals with the period to contrast it with official historical
views that reconstruct its past without being completely fazed by the rupture
that the institutional transfer between the ITS and the UNS meant. In a certain
way, these interpretations hide more than reveal the deep plot of situations,
relationships, articulations, breaks and fissures with which the University
created by the Liberating Revolution was constituted.
Keywords: University – Liberating Revolution –
Peronism – Intellectuals.
La fundación de la Universidad Nacional del Sur (UNS), en Bahía Blanca, es el paso de la téchne del Instituto Tecnológico del Sur (ITS), a la episteme de las áreas del conocimiento. Por otro lado, si el ITS fue la primera creación universitaria del gobierno peronista y el máximo exponente de su pensamiento universitario, la UNS, sobre sus cimientos, fue la Universidad de la denominada Revolución Libertadora. Pues, inmediatamente de producido el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Juan D. Perón, fue cerrado el ITS, expulsados los docentes vinculados al peronismo, y fundada la UNS el 5 de enero de 1956. Por eso, nos proponemos indagar en esta transición institucional que algunos autores intentan mostrar como una cierta continuidad armónica (Cernadas et al., 2006) o producto de una modernización de la actividad académica (Soca & Di Bello, 2020). Dado que, por el contrario, entendemos, constituyó una profunda ruptura política, social, cultural, académica y científica con altos niveles de conflictividad y ocultamiento.
Hasta entonces, existían 7 universidades nacionales: Córdoba, Buenos Aires, La Plata, Tucumán, Litoral, Cuyo y Tecnológica. No obstante, la comunidad sureña había establecido, desde los inicios del ITS, vínculos con la capital provincial, ya que uno de sus impulsores, antes de la llegada del peronismo, había sido el presidente de la UNLP, Alfredo Palacios, de tradición reformista (Aveiro, 2022). Aquel enclave sobre el que se asentaba el modelo a construir para la futura casa de estudios bahiense fue interrumpido con la renuncia de Palacios después del golpe de Estado de 1943. Aun así, fue continuado, bajo otra impronta, por uno de sus excolaboradores[2] que, más tarde, formó parte del gobierno bonaerense, el abogado Miguel López Francés, quien pertenecía al grupo FORJA[3]: “Otra historia se abrió para ellas y para el cuerpo universitario a partir de los gobiernos peronistas” (Graciano, 2016, p. 191). En ese sentido, el ITS, constituyó un bastión de la relación entre proyecto nacional, industrialización y sistema universitario, impulsado por el peronismo e, incluso, fue un precursor de la Universidad Obrera Nacional, luego Tecnológica, que ha contado con una mayor atención, con distintas perspectivas de análisis, por parte de los historiadores de la educación (Pronko, 2001). Lo cual ha generado, como contraparte, el descuido, desplazamiento o la falta de abordajes localizados específicos suficientes sobre el ITS que comenzó a revertirse recientemente.
Según Pronko (1997; 2000), con la primera presidencia peronista, se inició un nuevo modelo universitario, caracterizado por sus postulados antiliberales y anti-reformistas que se cristalizaron en la Ley 13.031 de 1947 y 14.297 de 1954, de corta duración, por la interrupción democrática al año siguiente. Hasta ese momento, como señala Nayla Pis Diez (2017), la relación de los universitarios reformistas con el peronismo fue de oposición y conflicto. Por su parte, Diego Pereyra (2010), quien repasa rápidamente los modelos universitarios implementados en Argentina, a la luz de la reforma universitaria de 1918, sostiene que la libertad de cátedra y de investigación se transformaron en un requisito sine qua non, regidos por un co-gobierno de docentes y estudiantes. Sin embargo, para Arturo Jauretche, aquella autonomía había servido para aislar la universidad y separarla de las necesidades de los sectores más desfavorecidos: “Esta tradición no estaba en contra de la Reforma del ’18, sino que denunciaba sus limitaciones y desnaturalización” (Pereyra, 2010, p. 109). Aun así, hubo una confrontación aguda entre el modelo de universidad peronista y el modelo reformista (Pronko, 2000).
De ahí que, para comprender este fenómeno de cambios abruptos entre modelos universitarios antagónicos, seguimos los estudios de Diego Hurtado (2018), quien nos alerta acerca de los escenarios de inestabilidad y ruptura donde lo significativo son las trayectorias particulares de intelectuales o científicos, sus ideologías y representaciones acerca del valor social y político de esta actividad. En ese sentido, hacer foco en la dimensión local de las pretensiones de universalidad científico-tecnológicas nos permitirá comprender el entramado de relaciones y diferenciaciones entre los objetivos del ITS y la UNS. En particular, sostenemos que responden a modelos económicos y políticos absolutamente distintos y, por ende, no hubo continuidad sino quiebre entre el paso de una institución a la otra en materia de política académica, investigación y búsqueda de conocimientos: “Es decir, el conocimiento científico y tecnológico no nace universal. Nace local. La ciencia y la tecnología, como prácticas sociales, no se universalizaron (mundializaron) por el poder de la verdad científica. Tampoco fue éste un proceso altruista y espontáneo” (Hurtado, 2018, p. 23).
Así es, en este artículo vamos a examinar las continuidades y discontinuidades o sus diversos grados de resquebrajamiento en sus representaciones, ideologías y objetivos a partir de su drástica reestructuración, luego del golpe de Estado y los intentos de eliminación de su pasado inmediato. Ya que una parte destacada de la intelectualidad argentina entendió que para modernizar la universidad antes había que desperonizarla y, entonces: “La violencia de las exoneraciones de los contrarios al régimen peronista que había tenido lugar una década atrás encontraba respuesta en la violencia con que los vencedores de ahora buscaban excluir a sus enemigos” (Neiburg, 1998, p. 220). En síntesis, analizaremos a través de documentos oficiales, entrevistas orales y bibliografía que trata el período, el significativo cambio que caracterizó la transformación del Instituto Tecnológico en la Universidad Nacional del Sur con una organización departamental que, a la sazón, la distinguía sobre el resto de las casas de estudios de entonces, organizadas en facultades. Es para destacar que, el arquetipo adoptado no respondía a los moldes europeos sino al formato de las universidades norteamericanas sobre la base del esquema de áreas del conocimiento en lugar de cátedras aisladas.
Producido el golpe de Estado de setiembre de 1955 se intervino el ITS, creado en 1947 por el gobierno peronista, y la Base Naval nombró como interventor a un joven profesor de Historia y Geografía, afiliado a la Unión Cívica Radical (UCR), llamado Pedro González Prieto, quien dispuso el cese de actividades de la institución. Enseguida, el ministro de educación, Atilio Dell’Oro Maini envió una comisión para crear la UNS, integrada por Vicente Fatone, Benjamín Villegas Basavilbaso, Eduardo Braun Menéndez y Manuel Villada Achával. Con la designación de Fatone en el cargo de rector interino de la nueva casa de estudios, se reafirmó el perfil humanista que comenzó a delinearse en los últimos años del ITS en detrimento de la orientación técnica de sus orígenes que había derivado en la intervención del ingeniero Juan Rioja para retomar su rumbo, durante la segunda presidencia de Perón, lo cual generó algunos enfrentamientos con sectores reformistas y humanistas[4] (Aveiro, 2022). Fatone era, como lo describe García Bazán (1980), un fenomenólogo de la religión que había estudiado Filosofía en Buenos Aires y en Calcuta, donde se especializó en la filosofía antigua de la India. Cuando fue nombrado normalizador de la UNS por el presidente de facto, Pedro Eugenio Aramburu, era profesor de Historia de las Religiones en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Por su parte, la gestión de Fatone se caracterizó por dos aspectos sustantivos: la depuración de profesores que habían adherido al régimen anterior por inhabilidad moral, según consta en las denuncias presentadas por agrupaciones estudiantiles, y en la organización de la UNS de acuerdo al decreto-ley 6403. Lo cual, para Patricia Orbe (2008), constituyó un triunfo que coronó su gestión junto a su máximo colaborador el profesor González Prieto y que implicó un alto grado de exclusión por el esfuerzo en borrar los vestigios del peronismo en la comunidad universitaria bahiense. Por ende, destaca la autora los “méritos” de la Revolución Libertadora y las “experiencias memorables” sobre las cuales se asentaron las bases de la nueva universidad en la ciudad portuaria (Orbe, 2008, p. 159). De este modo, a cargo primero de González Prieto y luego de Fatone, tuvieron lugar las expulsiones de docentes acusados de inhabilidad moral por su adhesión al peronismo. Es decir, fueron sometidos a un juicio moralizante por parte de los estudiantes y cesanteados por ese motivo por las autoridades universitarias para ser reemplazados por profesores que de ningún modo pudiesen estar contaminados con el régimen depuesto (Aveiro, 2022).
Así, se podía constituir ese ambiente de libertad académica que reclamaban los intelectuales antiperonistas y que presuponía la exclusión de la otredad peronista. En tanto, la Universidad se organizaba en torno a 8 departamentos y 5 institutos: Contabilidad, a cargo de Américo Malla; Economía con Héctor Vilaseca y el Instituto Económico-Social dirigido por Enrique Silberstein; Física con Ricardo Arrigoni que, a su vez, dirigía el Instituto de Matemática; Geología y Geografía con González Prieto; Humanidades y los profesorados con Berta Gaztañaga - esposa del abogado socialista Pablo Lejarraga5 -, en tanto el Instituto concomitante quedó en manos de Héctor
Ciocchini; Ingeniería junto a su instituto quedaron bajo la dirección de Néstor Casanova; Matemática con José Néstor Distefano; Química con Julio Simón; además del Instituto de Edafología e Hidrología a cargo de Héctor Orlando.
En concreto, por ejemplo, el contador Américo Malla había dado lugar a una impugnación presentada por el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas contra el profesor Emilio Garófoli para concursar en las cátedras de Historia Económica e Historia de las Doctrinas Económicas. La denuncia se basaba en un artículo del diario La Nueva Provincia[5] y hacía mención a las vinculaciones peronistas de Garófoli en su paso por la Universidad del Litoral (Expte. C/11/1956). A su vez, Malla, que estaba relacionado al fomentismo socialista, había sido desplazado en 1952 del Centro de Fomento y Cultura de Villa Mitre por un delegado municipal del peronismo de nombre Alfredo Antonelli (Cernadas & Marcilese, 2017). Al parecer, para el director de Contabilidad, era el momento de ajustar cuentas. En simultáneo, Malla que integraba la comisión de interpretación y reglamento del Consejo Superior Universitario (CSU), junto a Julio Simón y Ricardo Arrigoni, daba cumplimiento al pedido del Departamento de Ingeniería, elevado por Néstor Casanova, de conformar el gobierno universitario tripartito -estudiantes, egresados y profesores - según lo establecía el decreto-ley 6403, de impronta reformista, para la nueva Universidad: “nacida felizmente bajo la advocación de la democracia” [sic] (Expte. 1648/1956). Así, se ponía en funcionamiento una inclusión-excluyente en los claustros de su incipiente institucionalidad.
Una vez resueltos los casos de inhabilidad moral presentados por los centros de estudiantes y normalizada la representación de los claustros en el CSU, estuvieron dadas las condiciones para elegir al próximo rector que regiría los destinos de la Casa de Estudios. No obstante, la responsabilidad de ese trayecto quedó en manos de los vicerrectores, primero Simón y luego González Prieto, porque Fatone junto al reconocido escritor bahiense Eduardo Mallea fueron designados por el presidente militar Aramburu para representar al país ante la UNESCO en la India (Orbe, 2006), de la cual luego de su paso por el Rectorado fue nombrado Embajador. Seguidamente, en julio de 1957, era elegido el filósofo Jorge Hernán Zucchi para suceder la representación de Fatone en la UNS, quien tendría a cargo convocar a los asambleístas para aprobar el estatuto universitario.
Zucchi era platense y, después de estudiar Filosofía en la UBA, se trasladó a Tucumán para integrarse a la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua que ocupaba el filósofo italiano Rodolfo Mondolfo, que interrumpió en el lapso en que fue a la UNS para ocupar la cátedra de Problemas de la Filosofía y, luego, la Rectoría. Cabe subrayar el lugar que ocupaban los filósofos profesionales en este momento del país, como le hacía notar en un intercambio epistolar el filósofo rosarino José Bruera a su par barcelonés José Ferrater
Mora. Ya que, además del joven Zucchi en la UNS, Risieri Frondizi era decano de Filosofía y Letras de la UBA con posibilidades de ser rector - hecho que sucedió a los pocos días de la misiva -, Fatone fue enviado como embajador del gobierno argentino a Nueva Delhi y Andrés Raggio era elegido decano de Filosofía en la “docta” de Córdoba, después de haber estudiado Fenomenología en Alemania (Bruera, epístola personal, 11/12/1957). Estos acontecimientos contrastan con el período peronista en el cual Fatone fue separado de la cátedra en La Plata por apoyar el inicio de una huelga estudiantil y Frondizi había sido apartado de su cargo en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), ambos ligados a la figura de Alejandro Korn[6]. En cambio, Zucchi logró mantener el suyo con otros profesores de la UNT de tendencia católica como Diego Pró o Manuel Gonzalo Casas (Ruvituso & Sosa, 2022).
Por su parte, Francisco Maffei reemplazó a Berta Gaztañaga en la dirección del Departamento de Humanidades. Maffei estaba ligado al grupo de Carlos Astrada y había renunciado a la cátedra de Lectura y Comentario de Texto en la carrera de Filosofía de la UNLP, después del golpe del ‘55, porque con Rodolfo Agoglia fueron acusados de oponerse al régimen “libertador”. Por eso, cuando asumió la dirección departamental contrató a su colega Astrada para dictar las materias de Lógica y Sociología ya que en la UNS: “se nuclearon muchos profesores que habían quedado cesantes de las universidades de La Plata y Buenos Aires” (Rutivoso & Sosa, 2022, p. 69). Si bien no existía la carrera de Filosofía, su presencia estaba marcada por el plan de profesorado en Letras e Historia. Todavía más, Maffei fue parte del ITS como profesor de Pedagogía General y en 1957 lo contrataron para la cátedra de Historia de la Filosofía de la cual llegó a su titularidad por concurso. También Agoglia pasó por el ITS y luego formó parte del Departamento de Humanidades (Domínguez, 2021).
Ahora bien, para comprender esta heterogeneidad en la composición docente es preciso decir que la forzada unidad de católicos, socialistas y liberales que se había gestado para derrocar al peronismo comenzó a mostrar sus contradicciones hacia fines de 1955 y se mantuvo en los años siguientes. El mismo decreto-ley 6403 que se utilizó para organizar la UNS disponía en su artículo 28 que las universidades privadas podrían expedir títulos habilitantes lo cual generó la reacción inmediata de los sectores reformistas que exigieron la renuncia del ministro Dell’Oro Maini. De ahí que el espacio académico quedó delimitado en dos bandos antagónicos: de un lado quedaron agrupados radicales, socialistas, comunistas y liberales, defensores de los ideales de la Reforma del ‘18 y del laicismo en la educación universitaria; del otro, católicos humanistas que abogaban por la enseñanza libre, es decir, privada y confesional. En ese contexto, la dictadura llamó a comicios presidenciales en el que resultó electo Arturo Frondizi, previo pacto con Perón, que consistía en su apoyo por el levantamiento de las proscripciones. Dicho sea de paso, la efervescencia de las fracciones en pugna todavía no había pasado y, quince días antes de que asuma el nuevo presidente, Zucchi renunció al Rectorado por “las presiones de la mayor parte del cuerpo docente local”, que pretendía imponer un rector bahiense (Fernández Stacco, 2009, p. 207). Y, en agosto, comenzó a trascender una versión renovada del art. 28, aunque nada hacía pensar que avanzarían en su implementación. Pues, tanto Arturo como Risieri Frondizi su hermano, rector de la UBA, se había manifestado a favor del monopolio estatal. Además, el ministro de defensa, Gabriel del Mazo, era considerado otro de los maestros de la Reforma. Con todo, en setiembre el tema se trasladó al Congreso que, finalmente, aprobó la Ley 14557 a favor de la iniciativa privada. Lo cual, derivó en masivas movilizaciones embanderadas bajo el grito de libres u, opuestamente, con la proclama de laica (Aveiro, 2014).
En otro orden de cosas, una muestra cabal de que la UNS se transformaba en una universidad más y no en una universidad nueva, como fue pensado el ITS con un perfil eminentemente técnico-industrialista, fue el pedido que le hicieron a Zucchi sobre la posibilidad de crear el departamento de Derecho. Si bien la iniciativa se concretó muchos años más tarde, marcaba el cambio de rumbo en manos de los filósofos. La iniciativa había surgido dos meses después de la creación de la UNS y se organizó alrededor de cursos libres que contó con el apoyo, entre otros abogados, de Serafín Groppa quien había sido parte del CLES local. También formaron parte de la propuesta los economistas Lascar Saveanu y Uros Bacic (Sepulveda & Ochoa, nota, 1957), que habían sido docentes del ITS, incluso ambos llegaron a publicar sus artículos en el último número de la primera revista científica de Bahía Blanca, llamada Técnica y Economía, que dejó de editarse en 1952.
Ese mismo año del ‘52, había arribado el rumano Saveanu a la ciudad, quien se había graduado en Derecho en Budapest y doctorado en Economía en Innsbruck. Durante la organización de la UNS fue miembro titular de la primera Asamblea Universitaria redactora de los estatutos, del primer CSU y luego asumió, por concurso, como director del recientemente creado Departamento de Economía donde se inició la primera licenciatura en Economía del país (Bara, 1998). En ese sentido, entienden Soca y Di Bello (2021), que formaba parte de un proceso modernizador de los estudios económicos al autonomizarlos de las áreas financieras y contables. Por su parte, Bacic había nacido en Croacia y doctorado en Economía en la Universidad Libre de Bruselas. Llegó un tiempo antes que Saveanu al ITS. En particular, llama la atención su participación en la cátedra de Defensa Nacional con la temática “La economía de guerra”, durante el peronismo (Boletín Informativo Nro. 1, 1953), que era una de las causales de inhabilidad moral invocada por los estudiantes para ocupar cargos en la UNS.
Así y todo, por concurso, obtuvo la dirección del Instituto de Economía en 1957. El punto en común entre Saveanu y Bacic, de acuerdo a su formación académica, era la importancia otorgada a la Escuela Austríaca en las disciplinas económicas: “se destacaban las teorías sobre la tasa de interés de BöhmBawerk o Von Mises” (Susani, 2017, p. 98).
Por otra parte, también durante la gestión de Zucchi, aquellas improntas clásicas en filosofía, derecho o economía convivían con atisbos de modernización tecnológica a través de las iniciativas de Jorge Santos en el Departamento de Ingeniería donde creó un Seminario y un Laboratorio de Computadores (Babini, 1997). Santos era ingeniero electrónico, recibido en la UBA y allí trabajó junto al matemático Manuel Sadosky hasta que ambos fueron desplazados de sus cargos durante el gobierno peronista. En 1956, Santos, fue invitado por Fatone para incorporarse a Ingeniería, del mismo modo que el angoleño-portugués Antonio Monteiro y Oscar Varsavsky, quienes recibieron ofrecimientos similares para el Departamento de Matemática. Ambos, Monteiro y Varsavsky, había pasado por el Departamento de Investigaciones Científicas de la Universidad Nacional de Cuyo que había creado el rector peronista Ireneo F. Cruz en 1952 y que fue desmantelado en 1955 (Aveiro, 2014)[7]. Varsavsky permaneció por un breve lapso en la UNS para integrarse enseguida al incipiente CONICET9, aunque junto a Monteiro dejaron su impronta en la naciente Licenciatura en Matemática. El lusitano Monteiro, que permaneció en la casa de estudios, se había formado en Lisboa y doctorado en París, luego tuvo que exiliarse en Brasil para finalmente recalar en Argentina. Una vez en Bahía Blanca, estableció lazos de colaboración con Santos que fueron fundamentales para la creación del Departamento de Ingeniería Eléctrica en 1958, separado de la ingeniería en general (Soca y Di Bello, 2021), que quedó a cargo del ingeniero ruso Nicolás Krivoshein.
El caso de Krivoshein, es diferente al de los profesores procedentes de la diáspora europea por la Segunda Guerra Mundial. Pues, había salido de Rusia con la Revolución de 1917 y permanecido en Europa hasta que consiguió exiliarse en Paraguay. Al país sudamericano llegó contratado por el presidente Egidio Ayala, con otros compatriotas de la Tierra de Rus, para organizar la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad Nacional de Asunción que se había fundado en 1926 y cuyo decanato ejercía el intelectual paraguayo Cecilio Báez (Canese de Estigarribia et al., 2021). Más tarde, se mudó a la Argentina y participó de la reestructuración de las ingenierías de la UNLP. Enseguida, se incorporó al plantel docente del ITS en la década del ‘50 para continuar su desempeño profesional en la UNS. De todos modos, cuando asumió la dirección de Ingeniería Eléctrica, Zucchi ya había dimitido y sus funciones quedaron en manos del escribano Roberto Mario Arata hasta la elección de un nuevo rector estatutario. Para reemplazarlo se propusieron dos candidatos, el físico Florencio Charola y el ingeniero Ricardo Ortiz. Charola había sido profesor del ITS, pero no era cuestionado por los estudiantes por inhabilidad moral, ya que lo consideraban “técnicamente muy bueno” y “dedicado enteramente a la cátedra” (Expte. 1740/1955). Militaba en la UCR, liderada por Ricardo Balbín y era apoyado por el sector humanista. En cambio, Ortiz participó del movimiento reformista de la UBA, era especialista en puertos y ferrocarriles, integró el CLES y llegó a candidatearse como diputado por la Unión Democrática en oposición al Partido Peronista. Finalmente, la Asamblea Universitaria se decidió por este último y, por ende, ocupó el Rectorado a partir del 21 de octubre de 1958 (Fernández Stacco, 2009).
Los anteriores ingenieros en ser la máxima autoridad institucional habían sido designados por el Poder Ejecutivo Nacional durante el funcionamiento del ITS: Juan Rioja del ‘52 al ‘54 y Bartolomé Schelotto hasta el golpe del ‘55. Es decir que, Ortiz, además de ser el primer rector estatutario de la UNS, fue el primer ingeniero electo en Asamblea. De modo que, en apariencia, se volvía a fortalecer el perfil técnico originario. Sin embargo, su Rectorado para Braulio Laurencena - que pertenecía al movimiento estudiantil reformista y al Partido Socialista – “fue un fracaso” (Entrevista, 2005). Por eso, a pesar de ser apoyado por un sector del estudiantado agrupado en la Federación Universitaria del Sur (FUS)[8], con quien había logrado una cierta “comunión ideológica” en sus anteriores visitas a la sede local del CLES, se encontró desde el inicio con varios inconvenientes (Orbe, 2007). De acuerdo con Laurencena, tenía el nivel intelectual imprescindible para ser rector, aunque no fuera bahiense, pero después se dieron cuenta que eso no era suficiente: “Ortiz era muy conflictivo, decía todo lo que pensaba”. Esa actitud comenzó a molestar a las facciones conservadoras de Bahía Blanca e incluso hubo reuniones de CSU muy ásperas en aquella época: “Yo recuerdo que Ortiz a una señora, de apellido Bautista, muy católica, que no sé qué reproche le hizo de viva voz y desde el público […] y Ortiz le hizo una observación sobre su dentadura defectuosa” (Entrevista, 2005). Anécdota que es confirmada por otro estudiante de aquel período, Lucio Iurman, que militaba en las filas humanistas[9], a la que añade la pretensión de Ortiz de imponer su visión sobre la política universitaria y partidaria: “muy radical la postura” (Entrevista, 2008).
En realidad, comenzaba a visualizarse un claro avance del humanismo frente al reformismo. Mientras tanto, se profundizaba una crítica cada vez más aguda hacia los partidos Socialista y Comunista, por su incapacidad para vincularse con la clase obrera y hacerse cargo de la cuestión nacional que se articulaba con el entusiasmo despertado por el triunfo de la Revolución Cubana, además del dilema de la resistencia peronista que permanecía irresuelto (Tortti, 2002). En ese sentido, es preciso mencionar que Ortiz procedía del grupo liderado por el secretario de cultura del Partido Comunista (PC), Héctor Agosti. Los cuales, en la década del cincuenta, se nuclearon alrededor de la Casa de la Cultura, de la que Ortiz llegó a ser el primer presidente, en un contexto en el que el PC, con Rodolfo Ghioldi y Victorio Codovilla impugnaban las desviaciones nacionalistas de Juan José Real o el acercamiento al peronismo de Rodolfo Puiggrós (Massholder, 2007). Por ende, más que con un simple conflicto de entrecasa, Ortiz se encontraba en el contexto de una incipiente crisis de la izquierda tradicional y el surgimiento de una nueva izquierda que cuestionaba las explicaciones y justificaciones de sus viejos líderes.
En definitiva, Ortiz, disconforme con los obstáculos que le ofrecía la comuna lugareña para su desempeño, tomó la decisión de renunciar al igual que Zucchi. Otra vez, de forma interina, asumió sus funciones el notario Arata quien se presentó para legitimar su mandato ante la Asamblea Universitaria, apoyado por la FUS, pero fue derrotado por el abogado Juan Félix Martella para completar el período dejado vacante por Ortiz (Fernández Stacco, 2009). Laurencena, afirmaba que tanto Arata como Martella tenían una perspectiva universitaria limitada, administrativista, sin una orientación decidida (Entrevista, 2005). Todavía más, Fernández Stacco, que era militante del Partido Comunista, sostenía: “preanunciaba la mediocridad por la cual comenzaba a transitar la Universidad” (2009, p. 236). Martella compartía con Laurencena la pertenencia al Partido Socialista que también sufría la fragmentación de las izquierdas. En efecto, se habían dividido en dos fracciones: el Partido Socialista Democrático (PSD) – tildados de liberales o gorilas -, liderados por Américo Ghioldi y el Partido Socialista Argentino (PSA) – renovadores – cuyos referentes eran Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo (Tortti, 2009). El rector entrante respondía al sector del PSD y, sorpresivamente, recibió el apoyo de la Liga Humanista (Zamudio, entrevista, 2005; Iurman, entrevista, 2008). Cabe señalar que, Juan Félix era hermano de un histórico dirigente socialista del distrito, Julio César Martella, quien había sido diputado nacional y uno de los artífices del triunfo de Agustín de Arrieta en 1932, el primer intendente del socialismo en Bahía Blanca (Cernadas, 2013). Además, ambos Martella, habían formado parte del CLES local junto a los abogados Lejarraga, Malla y Groppa, entre otros (López Pascual, 2020).
Para comprender mejor porqué el humanismo católico brindó su apoyatura para que un hombre procedente del laicismo llegue a ocupar la rectoría, es preciso tener en cuenta que los dirigentes del PSD, contrariamente a los del PSA, “aparecían como los ideólogos más calificados del antiperonismo y del anticomunismo” (Tortti, 2007, p. 147). Entonces, los humanistas recolectaban votos por derecha y “por carácter transitivo también anticomunistas” (Zanca, 2018, p 135). Inclusive, se llegó a ubicar en bandos antagónicos a “Orticistas o Martellistas” para evitar la “influencia comunista” (Agrupación de Estudiantes Reformistas, 1959). Así es, según Arturo Guevara, dirigente estudiantil de la Liga en aquel entonces, el movimiento humanista: “adquiere una característica anticomunista en todo el país” (Entrevista, 2020). Por otro lado, algunas investigaciones sostienen que el transcurso de la presidencia de Frondizi estuvo teñido por la intensificación del anticomunismo dado el impacto de la Revolución Cubana (Morgenfeld, 2012; Pontoriero, 2015). Con todo, si tenemos en cuenta que Fatone amenazó con renunciar por las protestas estudiantiles al inicio de su gestión, aunque finalmente no lo hiciera, y sus sucesores, Zucchi y Ortiz, dimitieron de sus funciones envueltos en conflictos internos, el breve lapso administrativista de Martella logró completar su mandato. Sin embargo, debido al enfrentamiento que sostenía por la cuestión salarial con los no docentes, perdió su alianza con el humanismo para poder continuar otro período a cargo del Rectorado.
Y fue de los momentos más difíciles que me tocó, como representante estudiantil. Fuimos a verlo, creo que éramos tres o cuatro, a decirle: mire, nosotros, lo propusimos y lo llevamos como candidato la vez pasada y ahora le vamos a decir, que no podemos apoyarlo (Iurman, entrevista, 2008).
Como hemos podido observar, lejos de una continuidad armónica y modernizante entre el ITS y la UNS se produjo una abismal ruptura en cuanto a su orientación académica, política y cultural que durante sus primeros años de vida mantuvo a la institucionalidad en una constante inestabilidad. Entre 1956 y 1960 hubo cuatro rectores y un interino en dos oportunidades, el escribano Arata. Dos fueron filósofos, el primero de orientación reformista-liberal, Fatone, y el segundo, de filiación católica, Zucchi. Un ingeniero procedente del Partido Comunista, Ortiz, y un abogado socialista, Martella. Esto demuestra claramente que los comienzos de la UNS no tuvieron una orientación definida y fue un producto de la conjunción de fuerzas que se unificaron para derrocar al peronismo pero que, inmediatamente, empezaron a colisionar entre sí por su contraposición de intereses. Así, el mismo decreto-ley 6403 que sirvió de base para su organización interna derivó en el conflicto de “laica o libre” que fisuró la forzada unidad de católicos, liberales, socialistas y comunistas que pretendían borrar los vestigios del régimen anterior. Es decir, si para el logro de la ansiada libertad académica, que presuponía la exclusión de la otredad peronista, consiguieron aunar criterios, el debate entre tradiciones laicistas y confesionales provocó enconados enfrentamientos.
Después del gobierno de los filósofos, vinculados a los estudios sobre religiones desde distintas perspectivas, que le imprimieron un cariz ciertamente humanista a la UNS, pusieron al frente a un ingeniero. De este modo, en parte, retornaba al pasado de articulación industrialista del ITS, ya que Ortiz era especialista en puertos y ferrocarriles. Sin embargo, su paso por el Rectorado estuvo cargado de conflictos de diverso tipo y permaneció en el mismo por apenas ocho meses. Aun así, hubo un crecimiento de las ingenierías con las realizaciones de Santos y Krivoshein en Ingeniería Eléctrica, que logró crear su propio departamento académico. Asimismo, se produjo el incipiente despliegue del Área de Tecnología Mecánica, cuyo profesor responsable era el Ing. Nelson Mazini, en el Laboratorio de Ensayo y Estudio de los Materiales que, más tarde, mantuvo un fluido intercambio con Jorge Sábato (Iurman, 2015). Lo siguió Martella, apoyado sorpresivamente por el humanismo cristiano pero enfrentado al estudiantado reformista y al nucleamiento no docente, quien sostuvo un perfil administrativista sin un proyecto claro de universidad. Si bien pueden destacarse, en esa etapa, las acciones de Eduardo H. Rapoport en el Instituto de Edafología e Hidrología y sus expediciones a la Patagonia o los avances de la aritmética transistorizada en el Laboratorio de Computadoras con Santos junto al técnico Enrique Chapunov, además de los hermanos Natalio y Bety Kerlleñevich, que forma parte de la incipiente historia de la informática argentina contemporánea (Rodríguez Leal & Carnota, 2015). Por otro lado, es de notar un incremento de las publicaciones, a partir de 1957, en revistas académicas internacionales, nacionales y locales, como las editadas en Cuadernos del Sur del Departamento de Humanidades (Biblioteca Central, 1976).
En fin, concluimos que, a pesar del moderno modelo universitario dividido en departamentos, en lugar de facultades, no redundó en la constitución de una universidad nueva, distinta al resto, como fue pensado el ITS sino en una universidad más, luego de transformarse en la UNS. Pues, es fruto de la alianza amalgamada para derrocar al peronismo que, solamente, logró unificarse para expulsar su otredad peronista y, al unísono, transitó las contradicciones y conflictos de los tenues lazos que unía a unos y otros frente a su pasado reciente sin una definida orientación de su política universitaria. Dado que, sus primeros años señalan una permanente alteración del rumbo y una democratización interna que pretendía permanecer ajena a las intensas repercusiones del golpe de Estado de 1955 en el conjunto del entramado social. No obstante, cierta mirada épica oficial reconstruye su pasado sin inmutarse ante la ruptura que significó el traspaso institucional entre el ITS y la UNS. Por ende, oculta más que devela la trama de situaciones, relaciones, articulaciones, quiebres y fisuras con las cuales fue constituida la Universidad de la Revolución Libertadora. Refirmamos, entonces, lo dicho en el título de este artículo porque sus características fundacionales sobresalientes, algunas de las cuales se sostienen en el tiempo, fueron: una unicidad débil, basada en la eliminación de la otredad peronista; un conjunto de heterogéneos intereses e ideologías, sostenidos por tenues lazos, sin un modelo universitario definido; y, una pretenciosa modernización sin un efectivo correlato social o académico, salvo por las excepciones aisladas mencionadas. Tal vez, esto explique algunas cuestiones de su devenir posterior, pero de eso nos ocuparemos más adelante.
Aveiro, M. (2014). La Universidad Inconclusa. De la Ratio Studiorum a la reforma universitaria en Mendoza (1973-1974). EDIUNC.
Aveiro, M. (2022a). Peronización estudiantil en Argentina. La experiencia de la Universidad del Sur, 1960-1970. Prohistoria.
Aveiro, M. (2022b). Los/as estudiantes universitarios argentinos/as, en la década del sesenta, como intelectuales en tránsito: del reformismo y el humanismo a la comprensión del peronismo. En Suasnábar, C., Weber, M. J. & Oliveira, N. C. de (Orgs.) Os intelectuais em contextos nacionais e internacionais, volume 2, Educação, Intervenções e Culturas. Editora FI, 451-491.
Babini, N. (1997). La llegada de la computadora a la Argentina. Llull, 20, 465490.
Bara, R. (1998). Recordando al Dr. Lascar Saveanu. Estudios Económicos, XIV 31-32,1-6.
Canese de Estigarribia, M.; Canese Caballero, V. y Estigarribia Canese, S. (2021). El legado del exilio de intelectuales rusos a la cultura científica del Paraguay. Iberoamérica, 3, 81-100.
Cernadas, M. (2013). Cuando los socialistas gobernaron Bahía Blanca: la intendencia de Agustín de Arrieta (1932-1935) y el desafío de transformar la cultura política ‘criolla’. Estudios Sociales, XXIII, 44, 101122.
Cernadas, M. (Dir.), Marcilese, J., Orbe, P. y Tedesco, M. (2006). 1956-2006, Universidad Nacional del Sur. EDIUNS.
Cernadas, M. y Marcilese, J. (2017). Algunas reflexiones sobre las culturas políticas en Bahía Blanca desde la sociabilidad: las sociedades de fomento en los ámbitos barriales (1928-1955). En Cernadas, M., Agesta, M. N. y López Pascual, J. (Coord.) Amalgama y distinción. Culturas políticas y sociabilidades en Bahía Blanca. EDIUNS, 23-66.
Domínguez, R. (2021). Materias de filosofía y filósofos en el Departamento de
Humanidades de la Universidad Nacional del Sur entre los años 1956 y 1968. VIII Jornadas de Investigación en Humanidades. EDIUNS, 107118.
Fernández Stacco, E. (2009). Abandono a la contemplación. Apuntes para la historia de la Universidad Nacional del Sur. Rioplatense.
García Bazán, F. (1980). Vicente Fatone y la filosofía de la religión en Argentina. Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana, 13 primera época, 2540. Disponible en: https://bdigital.uncu.edu.ar/4412. [Acceso: 16/08/2023].
Graciano, O. (2016). Pensar la sociedad, intervenir en política: la universidad argentina y sus estrategias de participación en la vida pública y en la política nacional, 1918-1945. IRICE, 31, 159-193.
Iurman, L. (2015). Contribución a la aplicación de la metalurgia: una vocación realizada. Ciencia e Investigación, 3, 2, 69-89.
López Pascual, J. (2020). Prácticas culturales y sensibilidades políticas en la concreción de proyectos regionales: el Colegio Libre de Estudios Superiores a mediados del siglo XX. Anuario de la Escuela de Historia Virtual, 11(17), 79-103.
Massholder, A. (2007). La Casa de la Cultura Argentina. En VII Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
Morgenfeld, L. (2012). Desarrollismo, Alianza para el Progreso y Revolución Cubana. Frondizi, Kennedy y el Che en Punta del Este (1961-1962). Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, (40), 133-163.
Myers, J. (1992). Antecedentes de la conformación del Complejo Científico y Tecnológico, 1850-1958. En Oteiza, E. (Dir.) La política de investigación científica y tecnológica argentina. Historia y perspectiva. 87-114. Centro Editor de América Latina.
Neiburg, F. (1998). Los intelectuales y la invención del peronismo. Alianza.
Orbe, P. (2006). El surgimiento y consolidación de una Universidad nueva. En Cernadas, M. (Dir.), Marcilese, J.; Orbe, P. y Tedesco, M. 1956-2006, Universidad Nacional del Sur. EDIUNS, 77-177.
Orbe, P. (2007). Entre la Reforma Universitaria y la revolución: análisis del discurso político del ingeniero Ricardo Ortiz como primer rector estatutario de la Universidad Nacional del Sur (1958-1959). En: II
Jornadas sobre la política en Buenos Aires en el siglo XX. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Orbe, P. (2008). Autonomía, reestructuración institucional y ‘desperonización’:
el impacto de la ‘Revolución Libertadora’ en la comunidad universitaria bahiense (1955-1957). Sociohistórica, (23-24), 137-162.
Pereyra, D. (2010). La reforma universitaria en Argentina. Antecedentes, problemas y desafíos. En Toribio, D. (Comp.) La Universidad en
Argentina. Miradas sobre evolución y perspectivas. Ediciones de la UNLa, 93-113.
Pis Diez, N. (2018). Peronismo, universidad y oposición reformista. El caso de la ciudad de La Plata/Ciudad Eva Perón (1943-1955). Estudios Sociales, XXVIII (54), 67-91.
Pontoriero, E. (2015). Estado de excepción y contrainsurgencia: el plan CONINTES y la militarización de la seguridad interna en la Argentina (1958-1962). Contenciosa, nro. 4, 1-16.
Pronko, M. (1997). La universidad en el parlamento peronista: reflexiones en torno al debate de la ley 13.031. En Cucuzza, H. (dir.) Estudios de Historia de la Educación durante el primer peronismo, 1943-1955.
Editorial Los Libros del Riel.
Pronko, M. (2000). El Peronismo en la Universidad. EUDEBA.
Pronko, M. (2001). Universidades Obreras: Treinta años de Historiografía educacional Argentina y Brasileña. Historia de la Educación. Anuario, 3, 179-195.
Rodríguez Leal, L. y Carnota, R. (2015). Historia de las TIC en América Latina y el Caribe: inicios, desarrollos y rupturas. Fundación Telefónica y Editorial Ariel.
Rovituso, C. y Sosa, P. (2022). El campo filosófico argentino durante el primer peronismo (1946-1955): rupturas y continuidades en las trayectorias y la producción de revistas. En: 100 años de Reforma Universitaria,
principales apelaciones a la universidad argentina, Tomo 2. 93-106. CONEAU.
Soca, F. y Di Bello, M. (2020). Espacios curriculares y perfil académico. Rupturas y continuidades entre el Instituto Tecnológico del Sur y la Universidad Nacional del Sur (1945-1966). RevIISE, 17(15), 213-228.
Susani, B. (2017). Breve semblanza de una épica académica. El plan de estudios de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Sur de 1972. En Teubal, M. y Fidel, C. (Comp.) Enfoques heterodoxos en el pensamiento económico. La carrera de Economía de la Universidad Nacional del Sur en los setenta. 91-134. Ediciones del CCC Floreal Gorini.
Tortti, M. C. (2002). La nueva izquierda a principios de los ’60: socialistas y comunistas en la revista Ché. Estudios Sociales, (22-23), 145-162.
Tortti, M. C. (2007). El viejo partido socialista y los orígenes de la nueva izquierda (Tesis de doctorado). Universidad Nacional de la Plata.
Tortti, M. C. (2009). El “viejo” Partido Socialista y los orígenes de la “nueva” izquierda (1955-1965). Prometeo.
Zanca, J. (2018). Los humanistas universitarios. Historia y memoria (19501966). EUDEBA.
Agrupación de Estudiantes Reformistas (1959) “La crisis de la UNS”. En: Boletín nro. 2, AER.
Biblioteca Central (1976) Catálogo de Publicaciones. Bahía Blanca: UNS.
Audiovisuales, UNS (2011) Aquí vivieron. Capítulo I: Miguel López Francés [documental]. Bahía Blanca: Archivo de la Memoria de la UNS. Disponible en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=ZisxjNgs_kg
Boletín Informativo Nro. 1 (1953) “Cátedra de Defensa Nacional”. Bahía Blanca: Instituto Tecnológico del Sur.
Bruera, J. J. (1957, 11 de diciembre) Intercambio epistolar con José Ferrater Mora. Rosario.
Decreto-ley 6403 (1955, 23 de diciembre) Organización y autonomía universitaria.
Departamento de Contabilidad y Economía (1956) Expediente C/11/1956. UNS.
Escuela de Ingeniería Química (1957) Expediente 1740/1955. UNS.
Guevara, A. (2020, 19 de octubre) Entrevista con el autor.
Iurman, L. (2008, 27 de junio) Entrevista con el Archivo de la Memoria de la UNS.
Laurencena, B. (2005, 18 de noviembre) Entrevista con el Archivo de la Memoria de la MUNS.
Sepulveda, M. y Ochoa, H. (1957, 10 de julio) Nota de pedido para crear el Departamento de Derecho. Bahía Blanca: Centro de Estudiantes de Derecho del Sur.
Universidad Nacional del Sur, Rectorado (1956) Expediente 1648, I. Comunica deseos de los profesores de que en el gobierno de la Universidad estén representados estudiantes, egresados y profesores. Departamento de Ingeniería.
Zamudio, J. (2005, 13 de mayo) Entrevista con el Archivo de la Memoria de la UNS.
[1] Este artículo es un aspecto introductorio de un proyecto más amplio admitido por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación y el Desarrollo Tecnológico a través del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT), denominado: “La Ciencia y la Tecnología en Argentina, entre 1970 y 1980. Discursos, proyectos y producción de conocimientos en la Universidad Nacional del Sur”.
[2] Palacios, constituyó una comisión de estudios con la finalidad de evaluar la factibilidad de una Facultad de Ciencias Aplicadas, dependiente de la UNLP, a comienzo de los ‘40. La delegación estaba compuesta por estudiantes y docentes de la Universidad platense, entre quienes se encontraba el bahiense Miguel López Francés (Aveiro, 2022).
[3] López Francés, era hijo de una humilde familia de inmigrantes españoles, había estudiado en la escuela de Comercio de Bahía Blanca y, luego, fue a cursar Derecho en la UNLP. En La Plata, ayudó a fundar la filial de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), lo que le permitió mantener un estrecho vínculo con Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz (Audiovisuales UNS, 2011).
[4] “[…] la herencia reformista y su contracara humanista, surgida a mediados de los cincuenta, compartían su férrea oposición al peronismo, aunque despuntaban matrices de pensamiento opuestas. Aquellos de vertiente laicista, agrupaba un heterogéneo conjunto de radicales, comunistas, socialistas y liberales. Estos, de raigambre católica, se nutrían en las lecturas de Jaques Maritain, Emmanuel Mounnier o Pierre Teilhard de Chardin” (Aveiro, 2022b, p. 452). 5 Lejarraga fue el iniciador de la sede local del Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES), que mantuvo una férrea oposición contra el gobierno peronista.
[5] El diario La Nueva Provincia fue fundado por Enrique Julio en 1898 y el gobierno peronista determinó su cierre en 1950, aunque reanudó su circulación en 1953 bajo las directivas del mismo. Después del golpe de Estado de 1955 fue devuelto a sus antiguos dueños.
[6] Korn era médico psiquiatra, filósofo y miembro de la masonería. Había participado en los inicios de la Unión Cívica Radical y, luego, se afilió al Partido Socialista. Con Alfredo Palacios y José Ingenieros era considerado maestro de la Reforma del ‘18 y fue elegido por los estudiantes como primer decano reformista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (Aveiro, 2022).
[7] “La sección Matemática de esta institución convertiríase durante tres años en uno de los centros más importantes de investigación matemática, no sólo a nivel nacional sino internacional y ello por la presencia allí de Mischa Cotlar, su director” (Myers, 1992, p. 100). 9 El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas se creó en febrero de 1958.
[8] La FUS había sido creada en 1949, en tiempos del ITS, y adhirió a la Federación Universitaria Argentina (FUA) en 1953 para defender los principios reformistas, además de apoyar el golpe de Estado de 1955. Para ver en detalle el origen, desarrollo y subdivisiones del movimiento estudiantil bahiense, puede consultarse Aveiro (2022).
[9] La Liga de Estudiantes Humanistas del Sur (LEHS), de tendencia humanista cristiana, era un desprendimiento de la FUS por diferencias con su programa reformista, aunque también fue opositora al peronismo (Orbe, 2006). Para consultar sobre el despliegue e ideario del humanismo católico en las universidades nacionales, ver Zanca (2018).