ARTE, BIOPOLÍTICA Y CLASES VIRTUALES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Producciones artísticas del Taller de Dibujo V Comisión C de la Carrera de Bellas Artes, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario

 

ART, BIOPOLITIC AND VIRTUAL CLASSES IN PANDEMIC TIMES.

Artistic works of Drawing V Group C. Career of Arts, Faculty of Humanities and Arts, Nacional University

of Rosario

 

Susana Haydeé Mattanó

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

smattano@unr.edu.ar

 

 

 

Recibido: 5 de julio de 2021

Aprobado: 17 de noviembre de 2021

Publicado: 1 de julio de 2022

 

Cita sugerida: Haydeé Mattanó, S. (2022).

Arte, biopolítica y clases virtuales en tiempos de pandemia

Producciones artísticas del taller de dibujo V comisión C de la carrera de Bellas Artes, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.

Revista de la Escuela de Ciencias de la Educación. 2(17), 66-82.

 

RESUMEN

En este artículo abordo la enseñanza y el aprendizaje del Dibujo en el nuevo escenario virtual impuesto por la pandemia de Covid-19. Reflexiono sobre la relación entre biopolítica y la nueva normalidad como punto de inflexión en los modos de vida y en las formas de pensar, comprender, aceptar y practicar los cambios pedagógicos. Ofrezco una mirada sobre las disciplinas artísticas inmersas en una nueva realidad signada por la pérdida de la presencialidad en aulas taller, la ausencia de intercambios durante los procesos de producción artística y, la adaptación a nuevas formas de visualización y análisis de las producciones de Dibujo en las clases virtuales. Concluyo con dibujos de estudiantes como expresión de sentimientos, ideas y emociones comunes como reflejo de las relaciones entre Arte y Biopoder en la nueva cotidianidad.

Palabras clave: Biopolítica – Nueva cotidianidad – Enseñanza – Aprendizaje – Dibujo – Pandemia.

 

ABSTRACT

In this his article I address teaching and learning Drawing in the new virtual stage imposed by the covid 19 pandemic. I reflect on the new normal as a turning point not only in ways of life but also in ways of thinking, understanding, accepting and practicing pedagogical changes. I offer a view of the artistic disciplines immersed in a new reality marked by the loss of presenciality of teaching and learning in workshop classrooms, the absence of exchanges during the artistic production processes and the adaptation to new forms of visualization and analysis of Drawing productions in virtual classes. I conclude with student drawings as an expression of common feelings, ideas and emotions as reflection of the relationships between Art and Biopower in the new daily life.

Keywords: Biopolitic – New Daily Life –Teaching – Learning – Drawing – Pandemic.

 

DESARROLLO

El año 2020 -sorpresivo comienzo bisagra- estuvo marcado por la irrupción de lo inesperado en nuestras vidas: cambios en las rutinas cotidianas; exacerbación de nuestra capacidad de adaptación y aprendizaje sobre nuestra propia resiliencia[1]. Hubo que rearmarse rápidamente luego del cimbronazo sufrido en todas las estructuras de nuestra vida personal, familiar, económica y social; olvidar -al instante- el efecto dominó para poder abordar nuestra tarea docente de un modo nuevo, impensado y no planificado. Profesores y estudiantes fuimos transferidos a un nuevo orden de enseñanza y aprendizaje sin aviso ni preparación previa. Sumamos energías para mantener en movimiento las aguas plenas de demandas e incertidumbres y así, nos convertimos en cuasi un cardumen de salmones nadando contra la corriente con una misión vital irrenunciable: la supervivencia. En un mundo detenido, la educación formal siguió su marcha obsesiva, con conectividad, sin conectividad, con recursos creativos y carencias; con compromisos y desatenciones: las clases virtuales invadieron nuestra nueva realidad cotidiana. Entre tensiones, descubrimientos y temores tuvimos que adaptarnos a las nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje de forma abrupta e incondicional, casi como una mutación descarnada de nuestra propia piel. Con una incertidumbre similar al de un impuesto rito de iniciación transitamos nuevos espacios para la construcción de los saberes; aprehendimos la noción de usuarios en plataformas virtuales en donde muchas veces nos perdimos como en un gran aeropuerto y, en donde nos volvimos a encontrar, preguntando a muchos sobre cuál era el camino correcto para hallar la señal hacia nuestra puerta de destino.

         El abordaje del aprendizaje del Arte y en particular, del aprendizaje y la enseñanza del Dibujo en el último año de la Carrera de Bellas Artes (UNR) ha planteado el desafío de pensar y poner en acción modos de resolver -en la virtualidad- lo que en la presencialidad fluía en la esencia misma de la metodología de las clases-taller: los procesos educativos como intercambios de acción productiva en el aula. Es el Taller -además de una metodología pedagógica- el lugar donde se reflexiona, produce plásticamente, se convive, se intercambian criterios a través de análisis visuales de las producciones de todos los estudiantes y, de este modo, se desarrolla y comparte el hacer creativo en el campo de las Artes Plásticas.

         La concepción del espacio curricular de Dibujo V Comisión C comprende tanto desarrollos teóricos como prácticos que exploran las problemáticas del arte contemporáneo; el concepto de red y de tejido social; las interconexiones teóricas, personales, contextuales; el cruce de saberes y la relación entre disciplinas y lenguajes.  Ellos abordan el concepto de Arte como comunicación y expresión de problemáticas contemporáneas que atraviesan a las personas, a las sociedades y que hablan de lo propio, de lo ajeno y de lo compartido para la reflexión y construcción del concepto de nosotros. Las actividades artísticas planteadas reflejan también, el concepto de las sociedades contemporáneas como interconexión de relaciones, como una red de redes y, a los sujetos, como nodos de esa red de relaciones -quienes a su vez- son atravesados por múltiples redes en un dinámico proceso de producción, interpretación e intercambio intertextual.[2]

         El gran desafío del año 2020 -que continúa aún en el 2021- fue y es el cursado virtual del Taller de Dibujo V, espacio curricular que como he dicho, requiere de la presencialidad de los cuerpos en acción; de intercambios en grandes mesas de trabajo compartidas y de  producción gráfico-plástica en sincronía, a través de una dinámica muy distante a las de clases magistrales o la posición de un Profesor frente a una audiencia: es un flujo de acciones y movimientos en un espacio continente y contenedor en cual se coordina y co-produce. Es un proceso de enseñanza y de aprendizaje en compañía y “la compañía es una interacción real, no una mera yuxtaposición de cuerpos, típica de la vida urbana contemporánea” (Wiñazki, 2021, p.41). Relación corpórea suspendida, anulada y que debió ser recreada en la fusión de experiencias individuales -pero comunes- fuera del aula del Taller, a través de actividades de producción creativa, en espacios hogareños, individuales y no compartidos por los pares.

         Fue necesaria la exploración de un nuevo ámbito de acción; la enseñanza y el aprendizaje virtual como única metodología posible nos enseñó a vernos como inexpertos astronautas descubriendo un nuevo universo. Ahora bien, el aula virtual como espacio que hizo posible continuar con el desarrollo de nuestras actividades educativas del Taller puede ser pensada no solo como medio, herramienta y recurso pedagógico, sino también como un no lugar.  Denominamos no lugar a “dos realidades complementarias pero distintas: los espacios constituidos con relación a ciertos fines (...), y la relación que los individuos mantienen con esos espacios (…) Los lugares antropológicos crean lo social orgánico, los no lugares crean la contractualidad solitaria” (Augé, 2008, p. 98). En las clases virtuales sincrónicas, estamos -en modo pantalla- y muchas veces el otro es solo una imagen fija y otras tantas sin sonido, pero de igual modo, compartimos un espacio -al menos con una fotografía o inicial del propio perfil- cuyo fin es el educativo.  La clase virtual a distancia propone una mutación entre el espacio y el tiempo: entre la presencialidad, la virtualidad, los encuentros sincrónicos y los asincrónicos. La clase virtual nos propone una distancia particular en un espacio de acceso restringido -sólo para usuarios- y frente al desorden o nuevo orden de nuestras vidas; es un modo de control del campo de la educación en medio de la crisis sanitaria, pero paradójicamente con bajo o nulo control institucional. En el caso de la enseñanza y el aprendizaje de las disciplinas artísticas -y en particular del Taller de Dibujo- el proceso de producción creativa y del desarrollo práctico de las ideas en compañía es fundamental. Los encuentros virtuales sincrónicos del Taller de Dibujo son clases en exilio respecto a su propio lugar o ámbito natural. “Cuando las referencias de la identificación somática con el otro cesan, se instala el malestar” (Le Breton, 2002, p.134) Aunque docentes y estudiantes compartamos una pantalla, intercambiemos interpretaciones e ideas, realicemos análisis, críticas y evaluaciones sobre obras de Dibujo hay un claro y manifiesto borramiento de los cuerpos durante el desarrollo de los procesos creativos. Sumado a esto, es necesario considerar la pérdida del aura de las obras de arte, y al observarlas en la pantalla, también como pérdida de su singularidad y calidad estética. “Incluso en la reproducción mejor acabada falta algo: el aquí y ahora de la obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra” (Benjamin, 2019, p.2) Además, podemos señalar que, en las producciones gráfico-plásticas, en el momento de ser visualizadas en la pantalla se observa la pérdida de la calidad de los materiales utilizados y el desvanecimiento de las huellas de las herramientas empleadas para dibujar. Frente a estas representaciones gráficas disminuidas en calidad estética, se potencia la calidad visual de los dibujos realizados digitalmente; en ellos no habría una pérdida de la huella de la herramienta o material, ni de aura en palabras de Benjamín ya que el digital es medio, herramienta, material y esencia. No estaríamos aquí frente a una reproducción de la obra, sino estaríamos observándola directamente en su soporte de expresión y comunicación: la pantalla.

         La enseñanza y el aprendizaje del Dibujo en la virtualidad implica una exacerbación de las acciones individuales, en cambio, en la presencialidad, la formación de los estudiantes se ve fortalecida gracias a las vivencias directas con el objeto de estudio, en conjunto y en compañía. En la pantalla, los cuerpos son doblemente una presencia-ausente ya que, al convertirnos en imagen, nuestros cuerpos se impregnan de otra ausencia, propia de la esencia de las imágenes.[3] Ceci n'est pas une pipe en palabras e imagen en el cuadro “La tradición de las imágenes” (1928/1929) de René Magritte.

         Al igual que la condición humana que es indiscutiblemente corporal, la enseñanza y el aprendizaje de las Artes Plásticas también lo es, o al menos lo ha sido hasta ahora. A partir del año 2020 hubo un cambio de su escenario natural; el espacio tridimensional real devino en un espacio bidimensional y plano (la pantalla) en el que se comenzó a dar cuenta -en dos dimensiones- de los productos artísticos más que de los procesos, en los cuales la presencia corporal es concebida como esencial. Así, la formación artística comenzó a desarrollarse de modo virtual, a distancia, en un espacio de transición marcado por la ausencia del aula-taller, sus intercambios y acciones presenciales; lugar de transición ahora caracterizado por la organización del espacio individual hogareño para la producción -sin intercambios en tiempo real/presencial entre docentes y estudiantes- y en el cual la pantalla de cualquier dispositivo es el punto de encuentro intangible para legitimar las acciones de producción artística. ¿No estaremos en presencia del inicio de un nuevo paradigma para la enseñanza y el aprendizaje de las disciplinas artísticas? ¿Un nuevo comienzo en el campo educativo como el de nuestras propias vidas a partir de la pandemia del Covid-19? ¿Será quizás, un comienzo bisagra para reflexionar sobre nuevas miradas en los procesos de circulación de las producciones artísticas de los estudiantes y abandonar arraigadas prácticas anteriores? ¿No será ésta la transición entre las persistentes concepciones modernas del Arte, sus modos de expresión, las nuevas categorías artísticas y nuevos modos de enseñanza y aprendizaje, expresión y comunicación hacia un nuevo campo del Arte signado por la virtualidad? No nos debería pasar por desapercibido el hecho que, en el mes de junio del 2021, el Ministerio de Educación de la República Argentina anunció el Plan de Virtualización de la Educación Superior II (PlanVES II), una iniciativa de la Secretaría de Políticas Universitarias que apunta a fortalecer con nuevos recursos económicos tanto los espacios de formación presencial como de formación remota y el desarrollo y puesta en marcha de las aulas híbridas. Ellas son concebidas como un espacio que fusiona las clases presenciales y las virtuales, pero que también permite la utilización de unas u otras; en definitiva, como una alternativa pedagógica en tiempos de pandemia o una transición hacia nuevos modos de concebir el enseñar y el aprender.  Cómo no relacionar aquí el concepto de aulas híbridas con el de Arte híbrido, cuya característica es la pérdida de límites entre géneros a partir de proyectos difíciles de clasificar caracterizados por la mixtura de lenguajes y medios expresivos. ¿Será quizás el concepto de hibridación el que nos permita pensar nuevos modos de enseñar y aprender el arte con una mirada nueva sobre las acciones artísticas en coherencia con un espacio pedagógico que no limita en cuanto a lo presencial o virtual dejando de lado límites, fronteras, géneros y clasificaciones?

         Podríamos continuar la reflexión sobre los nuevos modos de mirar la educación artística recordando el concepto de emergencia que Reinaldo Laddaga expresaba al referirse a las nuevas manifestaciones artísticas caracterizadas por la participación de grupos de personas como modos experimentales de socialización y parte de una nueva cultura  vinculada a formas de activismo político, producción económica e investigación científica que definían el presente  (hablo aquí en pasado pues el tipo de presente al que se refería Ladagga caracterizado por experiencias artísticas participativas con presencia física grupal, ya no nos pertenece; nuestra nueva normalidad con confinamiento y  distanciamiento social las han truncado). El autor comentaba que:

 

(...) una emergencia es la ocasión de un aprendizaje. Y una emergencia es analizable; los elementos del sistema en el cual se produce analizan la emergencia que integran todo el tiempo, para convertir lo que ha emergido en punto de partida de otros procesos. Así tiene lugar esa 'transformación de lo extremadamente improbable a lo probable' que 'es una característica mayor de los sistemas que exhiben fenómenos emergentes (...) nudos de diversas trayectorias, donde novedades originadas en algún lugar del espacio o de la red se integran a dinámicas de exploración (...) demanda democrática que no se conforma con la simple afirmación de principios sino que intenta movilizar otros procesos de innovación institucional, organizacional, técnica  (Laddaga, 2006, pp. 287-93).

 

         Si bien el concepto de emergencia nos permite pensar en un escenario nuevo para la educación, las consideraciones sobre la enseñanza y el aprendizaje artístico en el contexto actual tampoco escapan a la vinculación entre Arte y Poder. La dimensión biopolítica del Arte contemporáneo aflora en las manifestaciones artísticas: los cuerpos se convierten en soportes de expresión y comunicación, materialidad del contexto cultural, territorio de acciones y vehículo de tensión entre Biopolítica y Biopoder. Recordemos que la noción de Biopolítica aparece en las teorías de Estado a comienzos del siglo XX, pero es Michel Foucault, quien a partir de 1960 estudia los sistemas de vigilancia y analiza un tipo de poder –el biopoder – el cual opera sobre los cuerpos vivientes, los afectos y las relaciones humanas, como también sobre el cuerpo social, sus tramas, sus redes y cuya función ya no es matar, sino invadir la vida de los individuos (Zuñiga, 2008, pp.50-52). La sofisticación de los sistemas de control -reflejo de los avances sociotécnicos- ha permitido que el biopoder haya trascendido las situaciones de control en instituciones de encierro, hospitales, escuelas y universidades para alcanzar espacios cotidianos e íntimos abarcando todos los ámbitos de la vida misma. De este modo es aceptado -por las personas y comunidades- el poder, la regulación de la vida y el control como parte de la biopolítica que nos gobierna (Lencina, 2020). Es por ello que, a través del concepto de Biopolítica[4] es posible comprender y analizar fenómenos sociales contemporáneos centrados en la intervención sobre el cuerpo de las personas y extrapolarlos al campo del Arte y a la educación artística. Podemos pensar en las vinculaciones estrechas que existen entre manifestaciones artísticas y biopolítica pues el Arte permite expresar y generar opinión y su objetivo es la interacción con un público activo a través de los cuerpos como medio y soporte de la comunicación. La relación arte-cuerpo ha sido abordada por la estética relacional que ha estudiado expresiones artísticas que contemplan la práctica performática; diferentes estrategias de participación de público y obras con materiales biológicos a través de la concepción del arte de los cuerpos vivos o de la comunidad participante. 

 

Si la biopolítica es la capacidad del poder para incidir sobre la vida, administrarla, organizarla, regularla e inhibirla, se amplifica el rol de la misma en la existencia humana (…) Una sociedad democrática busca y encuentra controles para evitar tendencias autodestructivas que vuelven imposible la vida en sociedad. (...) El problema reside en otro lado. En la identificación casi natural del control político con un tipo de control autoritario que inhibe, obstruye e impide el desarrollo libre de los individuos y de los ciudadanos. (…) Cuando discutimos el control nos adentramos en los terrenos espinosos de quién ejerce el poder y para qué, quiénes controlan a quién y cómo, y lo que resulta muy importante para el debate de la biopolítica: qué tipo de poder y cómo los controles sobre los individuos afectan y alteran la vida que llevan (Tejeda González, 2011, pp. 86-91).

 

         Las prácticas artísticas con intervención de los cuerpos vivos que aborda la estética relacional destinada a una comunidad participante, han sido desplazadas en tiempo de la pandemia. Las manifestaciones artísticas se han circunscripto a procesos de producción individual; se han replegado en la esfera de participación pública presencial hacia un lugar íntimo y privado. El Arte, como categoría de representación simbólica es un lenguaje con códigos y sintaxis propios que permite expresar y comunicar la problemática que nos atraviesa a partir del 2020 en un contexto social y cultural signado por la incertidumbre, la emergencia, la crisis sanitaria, la biopolítica y el biopoder. El Arte, como catalizador de las personalidades sensibles permite visibilizar pensamientos, ideas, pasiones, dolores, opiniones, modos de ver la vida y vicisitudes cotidianas a través de un lenguaje sin palabras que habla y grita en silencio. La Biopolítica es un instrumento que permite pensar las relaciones de poder contemporáneas y al Arte en relación al Biopoder. Sin duda alguna, esta relación entre la vida biológica y las intervenciones del poder sobre el cuerpo de las personas ha quedado descarnadamente expuesta en tiempos del Covid-19. El confinamiento obligatorio, la modificación y adaptación de los sistemas educativos -con la suspensión de la presencialidad en las aulas y los intercambios directos en los procesos de enseñanza y aprendizaje- han sido solo algunos de los emergentes de la nueva normalidad. Experimentamos una disolución de los cuerpos en relación con los otros; un borramiento de los intercambios en contacto corporal e -inexorablemente- la relación arte/cuerpo que vívidamente atraviesa numerosas producciones artísticas contemporáneas en la enseñanza y el aprendizaje del Arte, se ha visto interpelada por el nuevo paradigma mundial.

         Como no podía ser de otro modo, la Carrera de Bellas Artes fue nodo de las expresiones sensibles de los estudiantes. En su característico lenguaje no verbal, el Arte comenzó a contar historias atravesadas por la diversidad de experiencias personales -individuales, únicas, pero también comunes- que experimentamos en tiempo de pandemia. En 2020 y 2021 las producciones plásticas de estudiantes del Taller de Dibujo V, Comisión C de la Carrera de Bellas Artes (EBA, FHyA, UNR) han sido foco y reflejo de la singular situación de confinamiento obligatorio, de cambios impuestos en la vida de relación y en los modos de estudiar y aprender. La nueva realidad cotidiana ha sido el contenido temático común de expresiones y comunicaciones artísticas diversas y particulares como respuesta a las propuestas teórico-prácticas planteadas por la cátedra dentro del plan de trabajo anual. Dos de las problemáticas propuestas para la producción de Dibujo han permitido a los estudiantes reflexionar, dar y generar opinión: 1) El arte y su relación con lo político: Arte y Biopolítica [5], 2) La cotidianidad como realidad que nos atraviesa como sujetos[6]. Es precisamente la creatividad, la que permite dar múltiples respuestas a un mismo problema: la temática para la producción de Dibujo no fue la Pandemia o sus efectos, pero sí en cambio, se centró en la reflexión sobre el concepto de cotidianidad y las relaciones entre arte y cuerpo, y entre arte y biopolítica. Como respuesta a ello, en las producciones de los estudiantes afloraron -como factor común- las referencias sobre el confinamiento primero y el distanciamiento social luego. También, las nuevas pautas de vinculación social, educativa y contextual fueron expresadas como sentimiento de agobio, como sensación de deshumanización frente al sentimiento de objetivación del cuerpo experimentado como continuidad indispensable de la pantalla o teléfono celular. Las vivencias sobre la adaptación ante el surgimiento de una nueva vida online como usuarios virtuales para el desarrollo y continuidad de la vida cotidiana y para abordar la nueva realidad de educación a distancia como la única posible, fueron recurrentes. La virtualidad se convirtió -tanto para docentes como para estudiantes- en nuestra prótesis indispensable, opción insoslayable para la supervivencia en un territorio dicotómico a veces hostil, a veces contenedor.

         A modo de conclusión de las ideas expresadas se exponen y comentan una selección de dibujos realizados por estudiantes de la cátedra antes mencionada que reflejan sentimientos y nuevas realidades comunes en tiempos de pandemia.[7] Alfredo Piermattei[8] representa el cuerpo en el transcurrir de las horas en el nuevo escenario impuesto por la crisis sanitaria y las restricciones sociales; plasma las escenas cotidianas como recortes; en ellas el cuerpo aparece  como un fantasma, apenas como una huella de los acontecimientos, un cuerpo confundido y mezclado entre los objetos. Expresa:

 

Pareciera que no es el tiempo de los cuerpos; acaso sean “tiempos 2D” (…) ¿De qué modos afecta la ausencia de cuerpos nuestros proyectos de ser? Inscriptos en la virtualidad, tenemos noticias del otro solo por su rostro, o por su voz. La mayoría de las veces, apenas por su nombre –junto a otros tantos– en una retícula (Piermattei, 2021, p.1).

 

         La repetición incesante de acciones diarias sin cambios como también la situación de familiaridad de las percepciones sensoriales hace que el cuerpo sea ritualmente borrado y se vuelva invisible. (Le Breton, 2002, p.93) Las ideas del borramiento del propio cuerpo y de la fusión con los objetos del entorno, la invasión de la virtualidad, la soledad y también la imposibilidad del encuentro con el otro se potencian en la resolución gráfica digital de fragmentos, con altos contrastes característicos del comic cuya estética de impacto se ve reforzada en cuadros a manera de viñetas. Alfredo elige nueve fragmentos del día y del cuerpo y los organiza en forma de retícula como alusión al diseño de las redes sociales y sitios de reunión virtual.


Figura 1: Alfredo Piermattei. Taller de Dibujo V, Comisión C. Año 2021

         

          En su obra titulada Estar solo no es lo mismo que estar aislado; estar conectado no es lo mismo que estar acompañado, Daniela Bojanich[9] expresa el modo en que el cuerpo y la mente conviven en tensión en un contexto excepcional. La virtualidad se instala como rutina y los estímulos rápidos e inmediatos, los colores y las luminosidades simulan la vigilia en horarios en los que la mente debería tener menos actividad o descansar. Nos hace recordar que:

 

La soledad contagia soledad (…) hay una soledad monstruosa que cosifica, que genera sufrimiento (…) La sensación alucinatoria del recluido, del solitario, es casi inevitable. Pero al mismo tiempo esa sensación puede invitar a preguntarse por el sentido último de todo y ser una puerta de entrada a la filosofía. Una verdadera iniciación (Wiñazki, 2021, p.34).

 


Figura 2: Daniela Bojanich. Taller de Dibujo V Comisión C. Año 2021.

 

          A través de los aportes de Foucault sobre el concepto de Biopolítica podemos reflexionar sobre el modo en que los problemas sociales relacionados con las enfermedades (obesidad, alcoholismo, depresión, delincuencia, rendimiento escolar, etc.) son tratados médicamente sin ser considerados como problemas que derivan del funcionamiento social (Miranda Rozas, 2012, p.219).  Este pensamiento puede ser claramente extrapolado a los sentimientos de angustia, depresión, incertidumbre, soledad, desamparo como reflejo de múltiples problemas sociales ocasionados en el contexto pandémico mundial. “Un arte que trata con la vida es un enunciado que designa, en una reflexión contemporánea, un campo de problemas que pasa necesariamente por la noción biopolítica” (Zuñiga, 2002, p.49). No hay duda que aquí estamos en presencia de un fenómeno social contemporáneo en donde el cuerpo de las personas es el factor común y “en cualquier caso, la cuestión de la biopolítica se instala definitivamente como un desafío y un instrumento para pensar las relaciones de poder contemporáneas” (Saidel, 2013, p.107).               

         Las sensación de ansiedad y la desazón  común en tiempos de encierro y cuarentena, la invasión del escenario virtual y el hartazgo por la nueva cotidianidad impuesta se observan claramente en los dibujos de Azul Rion[10] quien expresa que “nos encontramos en un proceso de acostumbramiento a nuestra nueva realidad, encerrados en 4 paredes, conviviendo con nosotros mismos (…) nos encontramos cautivos de nuestros cuerpos, de nuestros hogares, no hay lugar donde ir, no hay nadie a quien ver, nuestra cotidianeidad se vio interrumpida” (Rion, 2020, p.1)  Las rutinas y los hábitos de una nueva cotidianidad fueron construidos como lugar seguro en pos de cuidar la propia vida,  las de los otros y -paradójicamente- en detrimento de ellas.


Figura 3: Azul Rion. Autorretrato digital. Taller de Dibujo V Comisión C. Año 2020.

 

          La ausencia como disociación y la nueva cotidianidad impuesta por el contexto pandémico revela el gran silencio con el que se convive diariamente. Un silencio que no habla de la ausencia de sonidos o ruidos, sino de la soledad y la falta de la presencia de otros.

 

El silencio, al igual que la mímica o el gesto, no es la denuncia de una pasividad sobrevenida del lenguaje sino la demostración activa de su uso. El silencio es, como el lenguaje y las manifestaciones corporales que lo acompañan, un componente de la comunicación (Le Breton, 2006, p.7).

 

          Sofía Valdés[11] nos cuenta sus vivencias solitarias en una representación monocromática (el original es en tinta azul) que refuerza el sentido y la monotonía que se quiere comunicar: no hay contrastes, todo se repite sin ningún cambio. Nos habla de su taza y de los ganchos de la repisa que delatan su falta de compañía.

 


Figura 4: Sofía Valdés.  Taller de Dibujo V Comisión C. Año 2020.

 

La mía cuelga en el tercer gancho, ahora entre ella y la pared hay un espacio. Un espacio que en su silencio deja una huella, porque el silencio también es decir algo. Para este trabajo usé biromes porque no permiten volver sobre mis pasos. Su trazo queda como registro, aunque uno lo sobrescriba aquel trazo inicial se ve. La huella solo puede sobrescribirse, jamás borrarse y hoy más que nunca en esta quietud que se ha vuelto cotidiana eso es evidente. (…) Y es que ahora que podemos elegir la quietud (o que la quietud nos ha elegido), podemos oír aquello que habita los espacios vacíos, aquello que el ruido de afuera siempre tapa. Lo cotidiano, lo inmediato, lo mundano, ya no puede anestesiarnos, porque hoy construye nuestro mundo, nuestro todo (Valdés, 2020, p. 1).

 

          Sofía comunica un gran contraste entre la cotidianidad anterior y la actual; surge una nueva forma de vinculación en el espacio circundante, el cual se ha convertido en el refugio seguro, el que ampara y contiene. Los ganchos vacíos -más que la ausencia de tazas- y la sombra proyectada que refuerza la presencia de una sola de ellas, marcan la ausencia de quienes no comparten la cotidianidad: la soledad, la quietud y el silencio del hogar han sido impuestos por la cuarentena. Su dibujo como testigo de un rastro y como huella silenciosa habla del pasado y del presente, de un pasado distinto al presente inmerso en el contexto de pandemia, confinamiento y soledad.

         Con la idea de ficción cinematográfica, Angelo Giustosi[12] piensa la cotidianidad como lugar de intercambio de conflictos internos y contexto, como si estuviéramos inmersos en una historia “que, día tras día, nos transforma a partir de los encontronazos que tenemos con el afuera”; la caracteriza como:

 

 

Un hábitat espacial y temporal (que) nos ubica como sujetos en una especie de película, donde ineludiblemente somos protagonistas (...) En cine podríamos hablar de extras, actores de reparto, escenografía, sonidistas, pero acá todo eso ya nos es presentado, y nos lanzamos al rodaje sin guion ni director. Así comprendemos que seremos nosotros quienes empezaremos a definir ese afuera en función de nuestras acciones y reflexiones, qué sentimos por el afuera y cómo cambia el afuera por nosotros (Giustosi, 2021, p.1).

 

              Reflexiona sobre la cotidianidad como las tensiones o roces que pueden producirse entre pares complementarios: su propia cotidianidad y el afuera; la quietud y el movimiento; la observación y la acción; la propia vida y la de los otros. Como actor y espectador de su propia película en su lugar de trabajo (un bar muy concurrido en la ciudad de Rosario cercano al Monumento a la Bandera) piensa en las vidas como películas, tanto en la suya como la de los clientes del bar.

 

Esta gente, sin idea alguna, pues cada uno estará en su propia película, trazará con sus visitas líneas y trayectorias en torno a ese punto que es el bar, y nos dejará, a quienes pasamos unas cuantas horas por día allí dentro, una gran colección de escenas. Comedias, dramas, amor, mucho es lo que se ve en esas secuencias, pero sea cual sea el carácter solo algo es seguro, que al final pedirán la cuenta, se levantarán de sus mesas y se irán, dejando así solo la estela de su paso. Esa relación, entre la quietud y la observación frente al movimiento y la acción, me llevó a tratar de plasmar en mis dibujos lo efímero de esas situaciones, el breve momento en el que comparto con ellas tiempo y espacio, y en el que me permito aventurar pensamientos sobre sus historias, al menos por unos segundos, mientras vuelvo de inmediato a mis obligaciones (Giustosi, 2021, p.1).

 

 

          Los dibujos de Angelo -como los de otros estudiantes- hablan de la soledad, de la individualidad exacerbada en tiempos de pandemia: una sola copa, aún llena, habla, además, del poco interés de beberla en soledad y al mismo tiempo, del deseo de ser disfrutada en compañía.


Figura 5: Angelo Giustosi.  Taller de Dibujo V Comisión C. Año 2021.

 


            Una silla vacía, habitada por un simbólico barbijo, nos muestra el significado de la película que protagonizamos plena de nuevos códigos, aprendizajes y desafíos.

 

Figura 6 Angelo Giustosi.  Taller de Dibujo V Comisión C. Año 2021.

 

           

 

 

Docentes y estudiantes -al igual que las demás personas- comenzamos un viaje impensado, en pleno devenir, en el cual el paisaje es un collage de historias individuales que se funden en un contexto común -pero distante- con el cual sentimos empatía, identificación y nos reconocernos como actores que representan, escriben y re-escriben el propio guion de la existencia; un viaje que reúne la soledad de muchos náufragos, pero a su vez, sus inquebrantables esperanzas. Un tiempo de cambios y grandes aprendizajes, que, sin duda, nos revela que los modos de enseñar y de aprender ya no volverán a ser los mismos de antes.

 

REFERENCIAS

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Valdés, S. (2020). La cotidianidad como problemática que atraviesa al/a los sujeto/s. Fundamentación escrita. Práctico 1. Cátedra Dibujo V Comisión C. Escuela de Bellas Artes. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario.

Wiñazki, M. (2021). La posnormalidad. Filosofía y esperanzas del fin del mundo. Sudamericana.

Zuñiga, R. (2008). La demarcación de los cuerpos. Tres textos sobre arte y biopolítica. Ediciones/metales pesados.

 

 

 

 



[1] Del latín resilio, resilire, significa “saltar hacia atrás, rebotar” y refiere tanto a la actitud de superación ante situaciones difíciles, de mucho estrés como a la capacidad de adaptación y fortaleza frente a una situación inusual e inesperada.

[2] Los planes anuales de estudio del Taller de Dibujo V Comisión C centran la mirada en las problemáticas contemporáneas del Arte relacionadas con los sujetos (autor, co-autor, lector); los textos visuales (en relación con otros textos y lenguajes) y los contextos (cotidiano, histórico, social, político, cultural, económico, institucional). Intentan  profundizar y ampliar los saberes relacionados con la expresión, la comunicación visual, la representación gráfica, la actitud participativa, el análisis crítico; reafirman el sentido que se manifiesta en las interacciones comunicativas y en la productividad cultural y artística -en las cuales no sólo tienen importancia las prácticas intelectuales y teóricas del hombre circunscribiéndolo a sus facultades cognitivas- sino también, aquellas que provienen de un ser interpelado por pasiones, motivaciones y como “un ser de cuerpo, un ser de fiesta y duelo” (Parret, 1995, p.6) que está en contacto con el mundo, un mundo que se presenta como una gran red que nos entrelaza, nos conecta, nos funde y a la vez, nos diferencia.

[3]   Imagen: del latín imago significa máscara del muerto; de este modo se alude a lo que ya no está; una presencia-ausencia en cuanto a que la imagen representa, pero no es lo que representa.

[4] La Biopolítica como paradigma contemporáneo de poder -donde concurren teorías críticas, filosóficas y análisis culturales- acciona sobre necesidades y relaciones de la población y abarca cuestiones territoriales, demográficas, ecológicas, económicas, tecnológicas, de seguridad, educación y salud como formas de gestión y regulación del poder político sobre los cuerpos y la vida de las personas. Lazzarato sigue el concepto del sociólogo Gabriel Tarde, para quien, el público es la dimensión sociológica del porvenir justamente porque este grupo social es regulado por medio de un bloque de espacio-tiempo organizado por series temporales. “Cuerpo”, “población” y “público” son modos diferentes de disciplina y no se oponen ni se contradicen, sino que pueden articularse los unos sobre los otros. No es que la disciplina del cuerpo y la regulación de la población desaparezcan, sino que el método del control temporal asume una relevancia extraordinaria. “El cuerpo puede ser reducido a organismo mediante la reclusión y la disciplina, pero no el ‘público’. El ‘público’ no es un hecho social estático reducible a organismo, sino una variación, una tendencia, un devenir (…) el ‘público’ es un acontecimiento.”  La biopolítica debe comprender al “público” (de la prensa, la televisión o las redes informáticas) y no sólo a la “población” como superación de las técnicas “disciplinarias” (la escuela, la fábrica, la cárcel) planteada por Foucault. (Lazzarato,1997, p.72) Las vinculaciones entre política y vida biológica “pueden ser negativas, cuando buscan dominar la vida y reproducirla bajo el control de variados sistemas sociales (legales, políticos, administrativos, etc.), o tener una finalidad positiva, cuando su propósito es emancipar la vida de la explotación, el manejo o la dominación. El campo de la biopolítica reflexiona sobre las nuevas formas de poder que regulan la vida de las poblaciones.” (Giunta, 2009, p.251)

[5] Esta problemática de trabajo considera a las vinculaciones en redes, al Sujeto y a su cuerpo atravesado por cuestiones políticas, sociales, culturales, económicas, ecológicas, tecnológicas, del tejido urbano y del entorno cotidiano en resonancia o disonancia con otros universos que interactúan con él. Aborda la exploración artística de las relaciones entre Sujeto y Sociedad, entre Arte y Poder, entre Cuerpo y Política

[6] Aborda la expresión y comunicación plástica de sentimientos, incertidumbres, ideas y conceptos para pensar la nueva normalidad desde un espacio creativo.

[7] Como ya fuera comentado, el trabajo propuesto a los estudiantes se centró en la reflexión sobre el concepto de la cotidianeidad como problemática que nos atraviesa como sujetos, como retícula diaria principal de nuestro mundo íntimo y de nuestro entorno; la realidad cotidiana percibida como contrastes y relaciones opuestas; las vinculaciones en redes, la relación arte-cuerpo y los conceptos de biopolítica y biopoder en relación a las manifestaciones artísticas.

[8] Estudiante de la Cátedra Taller de Dibujo V, Comisión C, año 2021. Escuela de Bellas Artes. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad de Rosario. Santa Fe. República Argentina.

[9]Estudiante de la Cátedra Taller de Dibujo V, Comisión C, año 2021. Escuela de Bellas Artes. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad de Rosario. Santa Fe. República Argentina.

[10]Estudiante de la Cátedra Taller de Dibujo V, Comisión C, año 2020. Escuela de Bellas Artes. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad de Rosario. Santa Fe. República Argentina.

[11] Estudiante de la Cátedra Taller de Dibujo V, Comisión C, año 2020. Escuela de Bellas Artes. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad de Rosario. Santa Fe. República Argentina.

[12] Estudiante de la Cátedra Taller de Dibujo V, Comisión C, año 2021. Escuela de Bellas Artes. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad de Rosario. Santa Fe. República Argentina.