CONFIGURACIONES
DE LA FORMACIÓN DOCENTE INICIAL EN ARGENTINA (2015-2019): DE LAS COMPETENCIAS A
LA FABRICACIÓN DE RESULTADOS
Raúl Enrique Piazzentino ⃰ [1]
Escuela
Normal Superior “Martiniano Leguizamón”, Argentina
Recibido: 28/06/2020 - Aceptado: 10/11/2020
Resumen
Avanzada la primera década de los años dos mil
hasta la actualidad, las políticas de formación docente en Argentina se
configuran mediante la modalidad discursiva de Planes Nacionales de Formación
Docente, representando una mudanza con relación a la formulación de planes de
estudio y programas de formación de las últimas décadas del siglo XX.
En esta producción analizamos desde
una perspectiva político discursiva, en línea con la Teoría de Discurso y el
Análisis Político de Discurso, el Plan Nacional de Formación Docente 2015-2019,
entre otros documentos y normativas oficiales del período. Este conjunto de
textos se halla imbricado en el discurso de las políticas para la formación
docente inicial, organizado en torno al significante privilegiado de las
competencias profesionales en el currículo.
A partir del significante
privilegiado, reconocemos el delineado de un dispositivo de fabricación de
resultados que procura, por una parte, dar cuenta de una ineficiencia de la
formación docente inicial vigente y, por otra, orienta la mejora de la
eficiencia hacia la fijación de estándares basados en competencias
profesionales. Desde los productos de este dispositivo podemos reconocer las
trazas de un modelo de identificación desde el que se interpela a las distintas
posiciones del sistema formador, en línea con tendencias de signo neoliberal de
estandarización y eficientismo impuestas a nivel regional desde países
hegemónicos.
Palabras clave: Formación Docente
Inicial – Planes Nacionales de Argentina – Competencias Profesionales –
Estandarización – Análisis Político de Discurso.
CONFIGURATIONS
OF INITIAL TEACHER TRAINING IN ARGENTINA (2015-2019): FROM COMPETENCES TO
RESULTS MANUFACTURING
Abstract
Advanced the first decade of the two thousand years
to the present, teacher training policies in Argentina are configured through
the discursive modality of National Teacher Training Plans, representing a
change in relation to the formulation of study plans and training programs of
the last decades of the 20th century.
In this production we analyze from a
political discursive perspective, in line with the Theory of Discourse and
Political Analysis of Discourse, the National Plan for Teacher Training
2015-2019, among other documents and official regulations of the period. This
set of texts is embedded in the discourse of policies for initial teacher
training, organized around the privileged signifier of professional
competencies in the curriculum.
Starting from the privileged
signifier, we recognize the outlining of a device for manufacturing results
that seeks, on the one hand, to account for an inefficiency of the current
initial teacher training and, on the other, guides the improvement of
efficiency towards the setting of standards based on professional competencies. From the products of this device we can
recognize the traces of an identification model from which the different
positions of the training system are challenged, in line with the neoliberal
trends of standardization and efficiency imposed at the regional level from
hegemonic countries.
Keywords: Initial Teacher Training – National Plans of Argentina – Professional
Competencies – Standardization – Political Analysis of Discourse.
Introducción
Avanzada la primera década de los años dos mil hasta
la actualidad, las políticas de formación docente en Argentina se configuran
mediante la modalidad discursiva de Planes Nacionales de Formación Docente
(PNFD), representando una mudanza con relación a la formulación de planes de
estudio y programas de formación de las últimas décadas del siglo XX. A partir
del análisis de las superficies de los textos de los PNFD se patentizan los
puntos nodales que dan sentido a las configuraciones discursivas de las
políticas educativas para la formación docente inicial en las que se inscriben.
En ese sentido, en esta producción analizamos el PNFD 2015-2019 desde una
perspectiva político discursiva, dando cuenta de las marcas del punto nodal de
las competencias profesionales en el discurso de las políticas para la formación
docente inicial.
El análisis de los documentos y
normativas que expresan las políticas de formación docente del período
delimitado, se inscribe en una perspectiva de indagación centrada en la
dimensión de lo político, en línea con la Teoría de Discurso de Ernesto Laclau
y Chantal Mouffe (1987), y los aportes de Rosa Buenfil Burgos (1992; 2019)
desde el Análisis Político de Discurso (APD). En cuanto a la delimitación del corpus, partimos de un conjunto de
textos de referencia (Howarth, 2005) a los que se incorporan otros, teniendo en
cuenta las marcas reconocidas en las superficies textuales. En tal sentido, los
textos resultan producciones en los que circulan y se diseminan los rasgos
distintivos o regularidades de las configuraciones discursivas en las que se
inscriben (Cruz Pineda, 2019) y pueden ser analizados como productos que
admiten una reconstrucción de sus condiciones de producción (Verón, 2004).
El artículo está organizado en
tres apartados, en el primero proporcionamos algunas trazas de una perspectiva
político discursiva para la lectura de las políticas educativas, siguiendo los
aportes de autores en la línea del APD. En la segunda sección consideramos, en
líneas generales, las modalidades documentales de los cuatro PNFD aprobados
desde 2007 al 2019 en el ámbito del Consejo Federal de Educación (CFE), con el
propósito de señalar los puntos discursivos privilegiados en torno a los cuales
se articulan los discursos de las políticas para la formación docente inicial. Finalmente,
en la tercera sección, nos centramos, en particular, en el análisis del PNFD
2016 – 2019 (Resolución CFE N.º 286/16) y el Marco Referencial de Capacidades
Profesionales de la Formación Docente Inicial (Resolución CFE N.º 337/18), entre
otros textos producidos durante el gobierno de la Alianza Cambiemos. Con ello
nos proponemos identificar marcas vinculadas, por un lado, al punto discursivo
privilegiado de las competencias profesionales en el currículo de la formación
docente inicial, en el marco de operaciones discursivas tendencialmente
hegemónicas a nivel regional y global. Por otro lado, a partir de las
competencias en el currículo, dar cuenta del entramado de un dispositivo de
fabricación de resultados que, a la vez, opera como modelo de identificación
(Buenfil Burgos, 2009) desde el que se interpela a las distintas posiciones del
sistema formador.
Una aproximación a las
políticas educativas desde la dimensión de lo político
En esta primera sección del artículo recuperamos
algunas aportaciones desde la analítica del APD, en línea con la Teoría de
Discurso de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1987), y su apropiación en el
campo de la investigación educativa en Latinoamérica (Buenfil Burgos, 2019). El
APD, en los términos de Buenfil Burgos (2011, p.102), resulta una perspectiva
analítica posfundacional que procura entender e interpretar desde la dimensión
constitutiva de lo político, la producción y transformación de configuraciones
significantes que intentan fijar precariamente sentidos en lo social.
Desde este horizonte de
intelección, sostenemos que las políticas educativas, en general, resultan
configuraciones discursivas (Ruiz Muñoz, 2005). Estas configuraciones
constituyen entramados de acciones y lenguaje (Wittgenstein, 1988) producidas a
partir de procesos articulatorios en los que intervienen diferentes posiciones,
organizando los discursos en torno a puntos discursivos privilegiados (Torfing,
1998) que fijan provisoriamente los sentidos.
El análisis político discursivo
de las políticas educativas, que en nuestro trabajo se recorta en torno a las
fijaciones de sentido de las articulaciones para la formación inicial de
docentes en la historia reciente en Argentina (2015-2019), se asienta en el
carácter constitutivo de lo político en lo educativo. Lo político como el
momento de la decisión, de la elección entre lo que se incluye y lo que se
excluye, constituye una perspectiva de indagación en el estudio de las
políticas educativas. No sólo en lo que respecta a los momentos de diseño,
implementación y resultados sino, como señala Treviño (2018, p.68), a procesos
más sutiles, calculados o no, como la búsqueda de producir sujetos, influir sus
formaciones identitarias y los procesos de subjetivación.
El APD constituye una caja de
herramientas analíticas (Buenfil Burgos, 2007), a partir de las cuales analizamos
un conjunto de textos legales y documentales (Giovine y Suasnábar, 2012) imbricados
en la configuración de la política educativa para la formación docente inicial
del período en estudio. Estos documentos oficiales, delimitados en un corpus,
constituyen nuestro referente empírico1[2], recortado inicialmente
en un conjunto de textos de referencia (Howarth, 2005) a los que se incorporan
otros, teniendo en cuenta las marcas que ofrecen las superficies textuales.
Siguiendo a Cruz Pineda (2008, p.
130), conceptualizamos y usamos las normativas y documentos oficiales como
textos. En tal sentido, los reconocemos como resultantes de múltiples tejidos
discursivos, en cuyas superficies textuales es posible indagar y analizar sobre
las marcas e indicios que han hecho posible su conformación. En línea con las
aproximaciones analíticas de la autora, recuperamos los señalamientos de Verón2[3] respecto
al reconocimiento de marcas en los textos de referencia, concebidos en términos
de huellas de operaciones discursivas, a partir de las cuales es posible
reconstruir las condiciones de producción, constituidas por otros textos. Finalmente,
como plantea el autor, un texto forma parte de las condiciones de producción
si, y solo si, ha dejado marcas en los textos de referencia (1993, p.18).
Algunos sentidos de los
discursos de la formación docente inicial
Las políticas de
formación docente en las dos primeras décadas del siglo XXI vienen siendo
objeto de análisis en diversos trabajos (Alliaud y Feeney, 2014; Di Franco y
Siderac, 2016; Gravino, 2014; Marzoa, Rodríguez y Schoo, 2016; Misuraca y
Menghini, 2010; Vior, Misuraca y Más Rocha, 2009). En líneas generales, algunas
de estas producciones se centran en aspectos de los PNFD de la primera década,
sin constituirlos propiamente en objeto de análisis, así también los trabajos
consultados no incorporan aportes de una perspectiva político discursiva, a
excepción de algunos autores nacionales (Birgin y Vassiliades, 2018; Morelli e
Iturbe, 2018) y de países de la región en los que nos referenciamos y con
quienes compartimos aspectos de la analítica y la temática (Lopes, Rodríguez Da
Cunha y Costa, 2013; Lopes, 2004; 2005; Dias y Lopes, 2003; Dias, 2004).
Entre
2007 y 2019 se formulan cuatro PNFD. Los tres primeros corresponden al período
2007-2015 durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner
(Resoluciones CFE N.º 23/07, N.º 167/12 y N.º 188/12) y el cuarto, entre
2015-2019, en la presidencia de Mauricio Macri (Resolución CFE N.º 286/16).
Estos textos, cabe destacar, resultan de procesos articulatorios en el ámbito
del CFE, en el que participan los ministros de educación de las provincias
argentinas y de la jurisdicción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
juntamente con la instancia nacional, y portan las marcas de los significantes
privilegiados que dan sentido a las configuraciones discursivas relacionales,
abiertas y precarias (Buenfil Burgos, 2009, p. 117) de las políticas para la formación
docente inicial y continua.
Los
tres primeros PNFD, de acuerdo con un trabajo previo (Autor y Tourn, 2020),
llevan las marcas del nudo significante de la reconstrucción de una identidad
para la formación docente, articulada como sistema, vinculada a la educación
superior y afirmada diferencialmente con respecto a las configuraciones de las
dos últimas décadas del siglo XX. Las condiciones de producción se vinculan, en
parte, a un entramado de textos generados en el ámbito del CFE3[4], la Ley de
Financiamiento Educativo N.º 26075 (2005) y la Ley de Educación Nacional (LEN) N.º
26206 (2006), en cuyo marco se crea el Instituto Nacional de Formación Docente
(INFD).
En
el PNFD 2007-2010 se señala el sentido, orientado a “… consolidar una
institucionalidad diferente, potente y dinámica, capaz de reconfigurar en
escenarios de mediano y largo plazo, procesos de organización, integración,
articulación, fortalecimiento y mejora del sistema formador, sus instituciones
y sus vínculos” (Resolución CFE N.º 23, 2007, p.6)4[5]. Además, en este primer
texto se patentizan marcas que remiten al Estudio de la calidad y cantidad de
oferta de la formación docente, investigación y capacitación en la Argentina5[6] –Estudio- (Davini,
2015). Sobre la base del mismo, se organiza el PNFD en torno a diez problemas
de la formación docente con sus correspondientes estrategias, objetivos y
resultados para el corto y mediano plazo, a implementarse en el período
2007-2010, en áreas de desarrollo prioritarias centradas en lo institucional,
lo curricular y la formación continua.
La reconstrucción de una nueva
identidad para la formación docente parte del reconocimiento de una ausencia
sedimentada en los procesos de la historia educativa reciente. En
correspondencia con el Estudio (Davini, 2015, p.61-64), se señala que esta
ausencia se vincula, por un lado, a la dependencia de las instituciones
formadoras junto con las de nivel secundario de la Dirección Nacional de
Enseñanza Media y Superior (DNEMS) hasta mediados de la década de los ochenta.
Por otro, la reconoce como un efecto de la inexistencia de condiciones en el
proceso de transferencia de las instituciones de formación docente desde la
jurisdicción nacional a las provincias a partir de 1992. Asimismo, la carencia
identitaria es entendida como producto de cierta disyunción entre las
definiciones de las políticas articuladas para el nivel superior no
universitario en el marco de la Ley Federal de Educación (LFE) N.º 24195 (1993)
que lo ligan a lo escolar y, al mismo tiempo, de acuerdo con la Ley de
Educación Superior N.º 24521 (1995), con las particularidades de este nivel.
Finalmente, se destaca el grado de fragmentación en los planes de estudio, por
efecto de la institucionalización de los contenidos básicos comunes de la
formación docente en el marco de la LFE, a partir de los cuales cada provincia
llevó a cabo diferentes estrategias para su definición.
En estas opciones reconocemos un
aspecto de la dimensión constitutiva de lo político (Mouffe, 2011); esto es, la
afirmación de una identidad para la formación docente que excluye la construida
en los procesos históricos recientes, fundamentalmente en los años ochenta y
noventa. Lo cual involucra, en el terreno de la indecidibilidad, en los términos
derridianos (Derrida, 1994), un conjunto de afirmaciones diferenciales que
procuran dejar fuera elementos de la secundarización y la fragmentación
curricular de la formación docente. Teniendo en cuenta el conjunto de las diez
estrategias y objetivos definidos para el corto y mediano plazo en el PNFD, la
identidad se configura en torno a una fijación que incluye notas de la
institucionalidad universitaria, aunque reconociendo que la misma no agota las
posibilidades de la educación superior (Resolución CFE N.º 23/07, p.7).
Las condiciones de posibilidad
para la reconstrucción de una identidad para la formación docente se asocian,
en primer término, con un desarrollo institucional sobre la base de la
planificación del sistema y las opciones de formación, un conjunto normativo
específico, nuevas dinámicas en la gestión, el gobierno y la organización del
sistema en general y las instituciones formadoras en particular, y la
formulación de políticas estudiantiles que colaboren con la elección, ingreso y
permanencia de estudiantes con buen rendimiento académico6[7]. En segundo término, un
entramado de definiciones curriculares, articulado a nivel nacional, con
desarrollos y evaluaciones en los ámbitos jurisdiccionales e institucionales y,
finalmente, la resignificación de las funciones de investigación y
experimentación pedagógica, y la formación docente continua (Resolución CFE N.º
23/07, p.9).
El PNFD correspondiente al
gobierno de la Alianza Cambiemos, por su parte, da cuenta de una organización
en torno al sentido de las competencias profesionales en el currículo,
suplementando, mediante una operación de traducción (Lopes, Rodriguez Da Cunha
y Costa, 2013), las definiciones establecidas en los Lineamientos Curriculares
Nacionales para la Formación Docente Inicial -LCN-, en lo que respecta a la
docencia como práctica centrada en la enseñanza (Resolución CFE N.º 24/07, p.9).
En líneas generales, durante el gobierno de la Alianza Cambiemos, se hacen
evidentes, tanto en los acuerdos logrados en el ámbito del CFE como en
documentos producidos desde el Ministerio de Educación Nacional (MEN), huellas
de operaciones discursivas de países hegemónicos a través de agencias
internacionales (Filmus, 2017; Puiggrós, 2017).
En el PNFD definido para el
período 2016-2021 (Resolución CFE N.º 286/16, p.4-5) se expresan las políticas
de formación docente, organizadas alrededor de los nudos de sentido justicia
educativa, valoración de los docentes, centralidad de la práctica y renovación
de la enseñanza. A partir de los mismos se ordenan los objetivos y acciones,
centrados en garantizar la cantidad necesaria de docentes con la titulación
requerida, y el mejoramiento de la calidad de la formación inicial y de las
prácticas de los equipos directivos y docentes. Todos ellos remiten al
desarrollo y el fortalecimiento de las competencias profesionales en la
formación inicial de los docentes. Es preciso destacar que si bien en el texto
del documento se realiza la opción por el significado capacidades, procurando
una diferenciación respecto al de competencias, comprendemos que el sentido
diseminado refiere al discurso de las competencias en el currículo y que tal
uso, en el sentido dado por Laclau (1993), resulta comprensible desde unas
condiciones discursivas de posibilidad que en este trabajo asociamos,
juntamente con Feldfeber, Puiggrós, Robertson y Duhalde (2018); Filmus (2017),
y Saforcada y Feldfeber (2019), a una regularidad neoliberal en las políticas
del gobierno de la Alianza Cambiemos. Por otra parte, siguiendo a Lopes (2004,
p. 110), cabe advertir la presencia de marcas de operaciones discursivas
producidas desde agencias internacionales que reducen las políticas educativas
a lo curricular.
Las competencias, por otro lado, no sólo constituyen
el punto nodal en la articulación del discurso de las políticas para la
formación docente inicial, sino que se diseminan en las definidas para los
distintos niveles del sistema educativo nacional, tal como se expresa en las
superficies de diversos textos resolutivos y documentales: Declaración de
Purmamarca (16/2/16), Red Federal para la Mejora de los Aprendizajes
(Resolución CFE N.º 284/16), Plan Estratégico Nacional 2016-2021 Argentina Enseña
y Aprende (Resolución CFE N.º 285/16), Lineamientos federales del desarrollo
profesional en gestión educativa para equipos directivos y supervisores de los
niveles de educación obligatoria (Resolución CFE N.º 338/18) y Marco Nacional
de Integración de los Aprendizajes: hacia el desarrollo de capacidades de la
Secretaría de Innovación y Calidad Educativa del MEN (s.f.)7[8].
De las competencias a la
fabricación de resultados
Las competencias como significante maestro
(Torfing, 1998) en el momento curricular de la formación docente viene
constituyendo un tema de debate en diferentes trabajos (Dias y Lopes, 2003;
Dias, 2004; Macedo, 2000), dada su vinculación con las teorías de la pedagogía
por objetivos, de la eficiencia social y de transposición de las reglas del
mercado a la educación (Cascante Fernández, 2004; Cruz Pineda, 2019; Cullen,
2009; Martins et al., 2013). El carácter privilegiado de
esta fijación, teniendo en cuenta las marcas que hemos identificado en fuentes
documentales y normativas, da cuenta de la diseminación de los discursos de
mejora de la eficiencia y de competencias docentes. Estas configuraciones vienen
entramándose desde las últimas décadas del siglo XX en países hegemónicos del
ámbito anglosajón (Dias, 2004), estableciéndose como tendencias dominantes en
los inicios del siglo XXI a través de una variada producción desde diferentes
agencias internacionales (Bruns y Luque, 2014; Diálogo
Interamericano-Organización de Estados Iberoamericanos, 2018; UNESCO/OREALC,
2006; 2018; Vaillant, 2002).
Algunos indicios de estas
operaciones discursivas se advierten en las múltiples y convergentes
experiencias de países de la región como Brasil (Ministério
de Educação e do Desporto, 2001), Chile (Ministerio de Educación, 2008),
Perú (Ministerio de Educación, 2012), entre otros, en las que se reconocen
algunas trazas de desarrollos desde la América del Norte (Danielson, 2011;
Darling-Hammond, 2001). Del mismo modo, el Proceso de Bolonia para la
construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (Gimeno Sacristán, 2001)
y su derivación en el Proyecto Tuning para Latinoamérica (Beneitone et al., 2007), comparten entre sus principales líneas de acción el
establecimiento de competencias genéricas y específicas en diferentes campos de
la formación universitaria.
En nuestro país, particularmente
en los años noventa y comienzos de los dos mil, el discurso de las competencias
constituye una marca en algunos textos (Braslavsky, 1999; MEN, 2003). En las
políticas nacionales del período analizado se ha diseminado, reactivando
elementos presentes en textos documentales inscriptos en los PNFD 2007-2015
(Feldman, 2008; Fleitas et al., 2015), traduciendo los LCN desde la significante competencia.
El PNFD definido para el período
2016-2019 se organiza, por un lado, en torno al
nudo de sentido que instrumentaliza la formación docente con vistas a
garantizar las competencias en la educación escolar obligatoria (Resolución CFE
N.º 286/16, p. 3). Por otro lado, la configuración resultante, aglutinada en
torno a la mejora de la formación docente desde el significante maestro
(Torfing, 1998) competencias profesionales, procura excluir, siguiendo a
Cascante Fernández (2004), no sólo el discurso academicista sino también
perspectivas de formación reflexivas que resultan antagónicas a las condiciones
de posibilidad neoliberales. La operación discursiva
se orienta hacia la necesidad de fijar marcos referenciales sobre los
conocimientos, capacidades y actitudes en los egresados (Resolución CFE N.º
286/16, p.8).
En estas opciones se patentizan
marcas de desarrollos recientes en los Estados Unidos (Danielson, 2011), en los
que se enfatiza la estrecha relación entre calidad de la formación docente
inicial y calidad de los aprendizajes en los niveles de la escolaridad
obligatoria. Asimismo, resultan reconocibles las marcas de “buen docente” y
“buena enseñanza”, las cuales constituyen una regularidad (Foucault, 2002) en
las propuestas de países de la región como Chile, sobre la base de los trabajos
de Danielson (2011) y Darling-Hammond (2012). Tal como señalan algunas autoras
(Dias y Lopes, 2003), se produce una equivalencia entre currículo como
desarrollo de competencias, con mejora de la calidad de la formación docente
inicial y mejora de los aprendizajes en la escolaridad obligatoria.
En esta línea se articula el
Marco Referencial de Capacidades Profesionales de la Formación Docente Inicial
-Marco Referencial- (Resolución CFE N.º 337/18), el cual es planteado como una
herramienta de política curricular orientado a complementar y enriquecer los
LCN, los diseños curriculares de las provincias y los dispositivos nacionales
de evaluación curricular (Resolución CFE N.º 337/18, p.2). La inclusión del
discurso de las competencias en el currículo parte de la construcción de
problemáticas con relación a una formulación heterogénea del perfil del
egresado en los diseños curriculares provinciales, debilidades en la gestión
pedagógica de las instituciones formadoras a partir de una lectura de los
resultados de los dispositivos nacionales de evaluación curricular8[9] y, finalmente,
dificultades en la definición y organización de las acciones en el campo de la
práctica profesional docente (Resolución CFE N.º 337/18, p.9-10).
La opción por el significado
capacidad, tal como señalamos precedentemente, procura evitar la equivalencia
con el de competencia, cuyas condiciones de producción llevan las marcas del
mundo del trabajo. En este sentido, resulta comprensible la articulación de un
proceso de consulta desde el INFD, a través del cual se precisa un significado
de capacidad en términos de:
(…) construcciones
complejas de saberes y formas de acción que permiten intervenir en las
situaciones educativas (además de comprenderlas, interpretarlas o situarlas) de
una manera adecuada y eficaz, para resolver problemas característicos de la
docencia. Están asociadas con ciertas funciones y tareas propias de la
actividad docente orientadas fundamentalmente a enseñar y generar ambientes
favorables de aprendizaje, tanto a través de acciones individuales, como de la
participación en equipos institucionales del sistema educativo. (Resolución CFE
N.º 337/18, p.1)
En el documento se definen, en
primer término, unas competencias generales ligadas al dominio de los saberes a
enseñar, la actuación de acuerdo con las características y modalidades del
aprendizaje de los alumnos, la gestión de la enseñanza, la intervención en la
dinámica grupal, la organización del trabajo escolar en el ámbito institucional
y comunitario y, finalmente, el compromiso con la propia formación. En segundo
término, a partir de éstas se desagregan un total de treinta capacidades
específicas (Resolución CFE N.º 337/18, pp. 3-8).
La definición de un Marco
Referencial que organiza el currículo sobre la base de competencias, se
inscribe en una tendencia hacia la estandarización de la formación docente
inicial, tal como ocurre en países de la región, siguiendo los desarrollos de
Danielson (2011). Asimismo, las competencias definidas constituyen una
condición de posibilidad para la articulación de un dispositivo de fabricación
de resultados, orientado hacia la producción de la denominada evidencia; procurando
dar cuenta, por un lado, de una ineficiencia de la formación docente inicial actual
y, por otro, de la mejora asociada con la institucionalización de un sistema de
competencias docentes. A la vez, a partir de los productos de este dispositivo podemos
reconocer las trazas de un modelo de identificación (Buenfil Burgos, 2009)
desde el que se interpela a funcionarios, equipos técnicos, directivos y
docentes, y cuya efectividad radicaría en la reconfiguración de estas
posiciones al interior de un discurso eficientista de la formación docente
inicial. Siguiendo a Buenfil Burgos, interpelar es:
(…) el acto mediante el
cual se nombra a un sujeto, es decir, es la operación discursiva (…) mediante
la cual se propone un modelo de identificación a los agentes sociales a los
cuales se pretende invitar a constituirse en sujetos de un discurso. Puede ser
analizada como una propuesta vertida en distintas modalidades discursivas
(lingüística, gestual, icónica, arquitectónica, de vestimenta, etc.) y como
unidad significativa de mayor o menor complejidad desde un enunciado simple o
una combinación de imagen y enunciados, hasta una configuración extensiva de
enunciados (…) (Buenfil Burgos, 2009, p. 92).
En el entramado del dispositivo,
tanto en su sentido de productor de resultados como modelo de identificación,
se observa cierto “aire de familia” (Wittgenstein, 1988) con el contenido del
Informe McKinsey (Barber y Mourshed, 2008). En dicho informe, a partir del
análisis de los desempeños de veinte sistemas educativos en evaluaciones
internacionales, se establecen etapas para un desarrollo educativo y se
identifican seis intervenciones comunes en todos los trayectos de mejora:
revisión del plan de estudios y de estándares, recompensas y remuneraciones
para docentes y directores, desarrollo de capacidades técnicas de los docentes
y directores, evaluación de los estudiantes, establecimiento de sistemas de
datos y la publicación de documentos de políticas. Finalmente, en el Informe,
se identifican como eventos propicios para comenzar una reforma educativa exitosa
una crisis política o económica, informes críticos y de alto nivel sobre el
desempeño del sistema y la emergencia de un nuevo líder político o estratégico.
En tal sentido, advertimos
huellas del reporte McKinsey en algunas de las modalidades discursivas producidas
desde el dispositivo de fabricación de resultados, mediante las cuales se interpela
a funcionarios, equipos técnicos, directivos y docentes, fundamentalmente a
través de la producción de informes críticos sobre la formación docente inicial.
Entre estas modalidades, destacamos la institucionalización de instancias y
dispositivos de evaluación de la formación docente; realización de estudios
nacionales encomendados a expertos y agencias internacionales para la
producción de la denominada evidencia; acciones de formación destinadas a
directivos y docentes de los institutos superiores; publicación de
compilaciones sobre experiencias “inspiradoras” para el desarrollo de las
competencias profesionales; ciclos de conferencias con la participación de expertos
ligados mayoritariamente a agencias internacionales y, finalmente, becas de
formación en universidades extranjeras.
De ese entramado, destacamos en
primer término la instauración de la Secretaría de Evaluación Educativa –SEE-
(Poder Ejecutivo Nacional, Decreto N.º 552/16) y la creación de la Comisión
Nacional de Evaluación y Acreditación de la Calidad (CNEAC) de la formación
docente (Resolución CFE N.º 347/18).
En
el marco de los objetivos asignados a la SEE, se articula el Operativo Enseñar
(Resolución CFE N.º 324/17), orientado a la evaluación de los estudiantes del
último año de los profesorados de educación primaria, inicial y secundaria en
las disciplinas que forman parte de la estructura curricular del nivel. El
dispositivo reactivó y tradujo, en el sentido derridiano (Lopes, Rodriguez Da
Cunha y Costa, 2013), elementos de la
evaluación integral de la formación docente (INFD, 2014) instaurada a partir de
los PNFD 2011 y 2012, e incorporó el modelo teórico de Darling-Hammond (2011),
adaptado por Martínez Rizo (2011) para los países latinoamericanos. En línea
con la fabricación de resultados, el operativo se orientó a producir
información para diagnosticar la formación docente inicial en lo que respecta a
competencias de la comunicación escrita (lectura y escritura), la planificación
y estrategias de la enseñanza, y evaluación de los aprendizajes (SEE, 2017, pp.
8, 11-12).
Los resultados del operativo, si
bien resultan orientativos, convergen hacia el punto discursivo de las
competencias, como así también hacia los nudos de sentido que aglutinan la
política de formación docente expresada en el PNFD. En tal sentido, se señala,
entre otros aspectos, la diversidad y heterogeneidad de la formación inicial y
las instituciones del sistema formador; la relevancia de la práctica de la
enseñanza en la formación inicial, teniendo en cuenta los óptimos desempeños
obtenidos por aquellos estudiantes que cuentan con un título docente previo; la
correlación entre mejores resultados en el operativo con el criterio de
elección de la carrera docente, con las condiciones de infraestructura y
equipamiento de los establecimientos, con la antigüedad y titularidad de los
directivos de los institutos, con el tamaño medio de las instituciones y con la
formación para un nivel de escolaridad en particular (SEE, 2018a, pp. 217-221).
En este mismo sentido, desde la
SEE se implementó en 2018 la denominada autoevaluación en institutos de
formación docente (SEE, 2018b). Si bien el dispositivo se deriva de las
definiciones sobre la evaluación integral de la formación docente comprendidas
en los PNFD 2007-2015, la evaluación se resignifica desde el discurso de mejora
de la calidad educativa, en línea con la teoría del cambio (SEE, 2018b, pp. 8).
A partir de un significado multidimensional de calidad educativa, se desagregan
dimensiones que comprenden el contexto, los procesos académicos, la gestión institucional,
el vínculo con la comunidad, el gobierno y el impacto institucional (SEE, 2018b,
p.10).
En el entramado del dispositivo
de fabricación de resultados, la CNEAC de la formación docente, se instituye
como instancia responsable de producir, por una parte, información acerca del
cumplimiento de requisitos y condiciones en las instituciones y carreras de
formación docente de todo el país, de acuerdo con normativas nacionales y
federales y, por otra, emitir los dictámenes correspondientes para el otorgamiento
de la validez nacional de los títulos y las carreras. Las posiciones que
integran este ámbito están representadas por cada región del país, el INFD, la
SEE, la provincia cuyos institutos sean evaluados, académicos de reconocida
trayectoria en formación docente propuestos por el MEN y con acuerdo del CFE, y
el propio MEN en la coordinación de la CNEAC (Resolución CFE N.º 347/18). Cabe
señalar el parecido de familia (Wittgenstein, 1988) de esta instancia con la
Comisión Federal de Evaluación (CoFEv), la cual, desde
2008, tuvo a su cargo el análisis de los diseños curriculares producidos por
las provincias, verificando el cumplimiento de los requisitos establecidos por
el CFE a través de los LCN para el otorgamiento de la validez de los títulos
(Resolución MEN N.º 2170/08). No obstante, el sentido de la CNEAC sólo resulta
comprensible desde las condiciones de posibilidad del dispositivo de
fabricación de resultados y, como indicamos previamente, a una regularidad
neoliberal de las políticas educativas a fines de la segunda década de los dos
mil.
En segundo término, la
publicación de documentos resultantes de estudios nacionales encomendados a
expertos e investigadores de la educación superior y agencias internacionales
con sede en el país, en línea con la producción de evidencia, constituye otra
modalidad discursiva que se integra al modelo de identificación desde el que se
interpela. Las publicaciones de documentos con resultados, si bien constituyen
producciones sustantivas, están orientadas desde el sentido de exponer ciertas
ineficiencias del sistema formador para avanzar desde el punto nodal de las
competencias.
Este conjunto de documentos se
integra por dos estudios nacionales; el primero de ellos enfocado en las
distancias entre un deber ser didáctico, las prácticas de enseñanza en el
contexto del aula en los niveles primario y secundario, y la reproducción de
tradiciones en la formación inicial (SEE-INFD, 2019a, p.5), y un segundo
estudio centrado en la organización y el funcionamiento del campo de las
prácticas en la formación docente inicial, traccionado desde el significante
competencias de acuerdo al Marco Referencial (SEE-INFD, 2019b, pp.144-173; pp.185-186;
p.225). Por otra parte, estudios exploratorios sobre modelos organizacionales y
pedagógicos de las instituciones de formación docente (Vaillant y Fumagalli,
2018), la formación de directores y supervisores a nivel internacional
(IIPE-UNESCO, 2018) y una aproximación a los costos laborales en las carreras
de formación docente y técnico profesional (Dirección de Información y
Estadística Educativa, 2017). Cabe destacar otras publicaciones incluidas en
una serie sobre la investigación en los institutos de formación docente de todo
el país, organizadas temáticamente en torno a las prácticas de enseñanza (MEN,
2018a), la formación docente (MEN, 2018b) y la inclusión, trayectorias y diversidad
cultural (MEN, 2018c). En fin, la serie de modalidades discursivas producidas
se comprenden en relación con los nudos de sentido del PNFD y las problemáticas
construidas como condición de posibilidad para la articulación del Marco
Referencial.
La formación de directivos y
docentes de los institutos de formación docente, en tercer término, constituye
otra modalidad discursiva en la cadena de interpelaciones desde el modelo de
identificación eficientista. La actualización académica en formación docente
(Resolución MEN N° 2146/18) se asienta, por un lado, en una correspondencia
entre calidad de la enseñanza y calidad del aprendizaje, interpelando las
prácticas de enseñanza vigentes, dada su ineficacia probada a través de los
resultados que ofrecen las pruebas de evaluación y, por otro, se organiza en
torno a las competencias profesionales. En este último sentido, una vez
concluida la formación, se convocó a los docentes postitulados a producir
propuestas sobre la base de las competencias generales establecidas en el Marco
Referencial, cuya compilación forma parte de una publicación (MEN, 2019c).
Finalmente, es preciso destacar
la realización de ciclos de conferencias y becas internacionales sobre
formación docente. Las dos ediciones de las conferencias, denominadas miradas
del mundo sobre la formación docente, en línea con las operaciones de interpelación,
reunieron un conjunto de especialistas latinoamericanos, estadounidenses y
portugueses que expusieron las políticas de formación docente implementadas en
sus países de origen, los resultados y eficacia en la mejora de la enseñanza.
Las becas internacionales tuvieron como destino las universidades de Jamk
(Finlandia) y de California (Los Ángeles, EEUU) y estuvieron dirigidas a
funcionarios, equipos técnicos y directivos de todo el sistema formador del
país.
En
último lugar, en línea con la profundización de los distintos aspectos que
hemos destacado del modelo de identificación operado a través del dispositivo
de fabricación de resultados, consideramos la memoria de las acciones
desarrolladas desde el INFD en los últimos cuatro años, cuyo documento avanza
en un conjunto de sugerencias para el futuro que refuerzan el sentido de las
políticas de formación docente en torno a los significados competencia,
estandarización, evaluación, acreditación, eficiencia, entre otros (INFD, 2019,
pp.92-95).
Consideraciones finales
El análisis político de documentos oficiales, nos
ha posibilitado reconocer algunos indicios que remiten a una fijación parcial
de sentido en torno al punto discursivo privilegiado de las competencias
profesionales en el discurso de la política educativa para la formación inicial
de docentes en Argentina durante el período 2015-2019. Esta fijación parcial de
sentido resulta comprensible desde unas condiciones de posibilidad atravesadas
por una regularidad neoliberal de las políticas educativas en general durante
el gobierno de la Alianza Cambiemos. Las políticas para la formación docente
inicial, en particular, resultan de un ejercicio de traducción desde el
significado competencias profesionales de los Lineamientos Curriculares
Nacionales instaurados en 2007, en línea con operaciones discursivas
articuladas desde países hegemónicos y diseminadas a través de agencias
internacionales, cuyas huellas pueden reconocerse en los discursos de países de
la región.
La organización curricular de la
formación docente inicial, sobre la base del significado competencias
profesionales, por otra parte, se constituye en una condición de posibilidad
para el entramado de lo que caracterizamos como un dispositivo de fabricación
de resultados, orientado hacia la producción de la denominada evidencia. De los
productos de este dispositivo, hemos considerado modalidades discursivas
documentales y normativas referidas a instancias e informes de evaluación de la
formación docente inicial, estudios nacionales, propuestas formativas
destinadas a directivos y docentes del sistema formador, entre otros. De
acuerdo con nuestro análisis, el sentido del entramado de este dispositivo se orienta,
por un lado, a la construcción de un estado deficitario de la formación docente
inicial actual y, por otro, hacia la institucionalización de un sistema de
competencias docentes como vía de mejora de la eficacia. A la vez, a partir del
dispositivo y sus productos podemos reconocer las trazas de un modelo de
identificación desde el que se interpela a funcionarios, equipos técnicos,
directivos y docentes, y cuya efectividad radicaría en la reconfiguración de
estas posiciones al interior de un discurso eficientista de la formación
docente inicial, organizado nodalmente en torno a las competencias
profesionales como condición de posibilidad para la mejora.
Una última reflexión derivada
del análisis realizado en esta producción, confrontada con el ejercicio de la
docencia y el gobierno en una institución formadora de docentes, nos permite
considerar cierta sedimentación en la constitución de las distintas posiciones y
los juegos de lenguaje de las prácticas de formación, no sólo en el sistema
formador sino también en los niveles de la escolaridad obligatoria. En este
sentido, asistimos a la resignificación del saber académico y escolar en
términos de competencias estandarizadas, la investigación educativa asimilada a
la producción de evidencia despojada de teoría, las prácticas de evaluación
reducidas a esquemas tecno-burocráticos de confección y completamiento de
rúbricas, la planificación estratégica y situacional, el liderazgo directivo
instructivo, para mencionar algunos efectos de las operaciones de
interpelación.
Finalmente, aún no avizoramos en
las proximidades de la tercera década de los años dos mil una frontera política
a partir de la cual reconfigurar diferencialmente los discursos de las
políticas educativas para la formación docente inicial y continua en el sistema
educativo argentino, tras las articulaciones durante el gobierno de la Alianza
Cambiemos.
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[1] ⃰ Doctor en Educación, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos. Actualmente desempeña la docencia y la rectoría en la Escuela Normal Superior “Martiniano Leguizamón” de Villaguay, Entre Ríos.
1[2] El referente empírico, siguiendo a Buenfil Burgos (2012),
involucra tanto el proceso que se analiza como las condiciones de producción, y
se articula metodológicamente en la construcción del objeto de estudio junto con
la dimensión teórica y los interrogantes del investigador.
2[3] En
este ejercicio recogemos los aportes de Verón, en lo que respecta al análisis
en producción, teniendo en cuenta las compatibilidades destacadas por Fair
(2008) entre esta analítica y la Teoría de Discurso de Laclau y Mouffe.
3[4] En
los textos se destacan asimismo las marcas de acuerdos aprobados previamente
por las Resoluciones CFE N.º 223/04, N.º 241/05, N.º 251/05 y la Declaración de
diciembre de 2003 "Educación en la Democracia. Balance y
Perspectivas", entre otros.
[5] 4El punto nodal de la
reconstrucción de una identidad para el sistema formador que organizó el
discurso, se fortalece en definiciones posteriores (Resoluciones CFE N.º 46/08,
N.º 98/10 y N.º 101/10) y siguientes PNFD para el período 2012-2015
(Resoluciones CFE N.º 167/12 y N.º 188/12), agregándose elementos ligados a la
evaluación integral y la incorporación de las tecnologías de la información y
la comunicación en la formación docente inicial.
5[6] Este estudio recupera
algunas de las líneas principales del informe final (Resolución CFE N.º 251/05)
de la Comisión Federal para la Formación docente (Resolución CFE N.º 241/05).
6[7] Esta opción, de acuerdo a nuestro
análisis, constituye una marca que remite a huellas de operaciones discursivas
producidas desde las posiciones de agencias internacionales, las cuales, en
diferentes documentos (Bruns y Luque, 2014; OCDE, 2009; PREAL, 2004), vienen
planteando la necesidad de atraer y “reclutar” a los mejores para la docencia.
7[8] En
línea con los marcos normativos y documentales atravesados por el sentido de
las competencias, cabe destacarse el proyecto de ley denominado Plan Maestr@
presentado en 2017, el cual no prosperó en el Congreso Nacional frente al conjunto
de críticas formuladas desde distintos sectores.
[9] 8 Estos
dispositivos tuvieron lugar en el marco de las Resoluciones CFE N.º 167/12 y N.º
188/12.