JÓVENES, ESCUELA TÉCNICA Y TRABAJO
EXPERIENCIAS DE ESCOLARIZACIÓN EN CONTEXTOS DE
POBREZA URBANA
(ROSARIO, SANTA FE)
Florencia
Debonis ⃰ [1]
Universidad
Nacional de Rosario, CONICET, Argentina
Marilín
López Fittipaldi ⃰ ⃰ ⃰[2]
Universidad
Nacional de Rosario, CONICET, Argentina
marilinlopez@gmail.com
Mercedes
Saccone⃰ ⃰ ⃰ [3]
Universidad
Nacional de Rosario, CONICET, Argentina
sacconemercedes@gmail.com
Recibido: 7/08/2020 -
Aceptado: 14/10/2020
Resumen
En
este escrito recuperamos el trabajo realizado en dos proyectos de investigación
colectivos, ambos inscritos en una línea de investigación centrada en procesos
socioeducativos en contextos de pobreza y distintas violencias en la ciudad de
Rosario (Santa Fe, Argentina) y orientados desde un enfoque socio-antropológico
(Achilli, 2005). Analizamos la relación entre escuela técnica y trabajo en las
experiencias de jóvenes que viven en contextos de pobreza urbana: los sentidos
sobre la escolarización y su vinculación con el trabajo desde la perspectiva de
los y las jóvenes; los sentidos sobre la modalidad técnico profesional; el
sostenimiento de la escolaridad en articulación con sus condiciones de vida.
Sostenemos que los/as jóvenes llegan a esta escuela
por diversos motivos, no necesariamente vinculados a la elección de la
modalidad técnico profesional en administración y gestión, no obstante, el conocimiento y la valoración sobre la
misma se va construyendo a lo largo de la experiencia escolar con sentidos
heterogéneos. Estos sentidos están atravesados fuertemente por el vínculo que
se establece entre la educación y el trabajo en términos de posibilitar el
acceso a mejores condiciones de vida.
Palabras clave: Jóvenes – Escuela técnica – Trabajo – Experiencias
de escolarización – Pobreza urbana.
YOUTH, TECHNICAL SCHOOL
AND WORK
SCHOOLING EXPERIENCES IN
URBAN POVERTY CONTEXTS
(ROSARIO, SANTA FE)
Abstract
In this paper
we retrieve the work carried out under two collective research projects, both
enrolled in a research line focused on socio-educational processes in contexts
of poverty and various forms of violence in Rosario city (Santa Fe, Argentina)
and driven by a socio-anthropological
approach (Achilli, 2005).
We analyze the relationship
between technical school and work in the experiences of young people living in
contexts of urban poverty: the meanings of schooling and its connection with
work from the perspective of young people; the senses about professional
technical modality; the sustaining of schooling in articulation with their
living conditions. We maintain that young people arrive at this school for
various reasons, not necessarily linked to the choice of the
technical-professional modality in administration and management, however,
knowledge and assessment of it is built throughout the school experience with
heterogeneous senses. These senses are strongly crossed by the link established
between education and work, in terms of enabling access to better living
conditions.
Keywords: Youth
– Technical school – Work – Schooling experiences – Urban poverty.
Introducción
En este escrito analizamos la relación entre escuela
técnica y trabajo en las experiencias de jóvenes que viven en contextos de
pobreza urbana1[4].Recuperamos
el trabajo realizado en el marco de dos proyectos de investigación colectivos,
focalizados en los sentidos sobre la escolarización que construyen jóvenes en
el tránsito de experiencias socioeducativas permeadas por procesos de
desigualdad social y, articuladamente, en los sentidos del trabajo que
construyen las y los jóvenes que asisten a una escuela secundaria técnica en la
ciudad de Rosario2.[5] Ambos se inscriben en una línea de investigación
centrada en procesos socioeducativos en contextos de pobreza y distintas
violencias en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe, Argentina),
articulada al Programa de Antropología y Educación del Centro de Estudios
Antropológicos en Contextos Urbanos (Facultad de Humanidades y Artes,
Universidad Nacional de Rosario).
El proceso de investigación se llevó adelante desde
un enfoque socio-antropológico que recupera la tradición etnográfica de la
Antropología desde una perspectiva crítica (Achilli, 2005). El trabajo de
campo, para el cual recurrimos a distintas estrategias de construcción de la
información -talleres, entrevistas grupales, observaciones y cuestionarios-, se
desarrolló en una escuela secundaria técnica con orientación en administración
y gestión ubicada en el Distrito Oeste de la ciudad. A esta escuela asisten
jóvenes que habitan en barrios y villas cercanas, muchos/as de los/as cuales
trabajan en condiciones precarias y tienen niños/as a cargo de su cuidado, condiciones
que atraviesan el desenvolvimiento de sus experiencias escolares.
Específicamente nos interesa abordar: 1) los sentidos
sobre la escolarización y su vinculación con el trabajo desde la perspectiva de
los y las jóvenes; 2) los sentidos sobre la modalidad técnico profesional; 3)
el sostenimiento de la escolaridad en articulación con las condiciones de vida,
en particular, las posibilidades de compatibilizar los tiempos escolares y
laborales.
A partir del análisis realizado, sostenemos que los y
las jóvenes llegan a esta escuela por diversos motivos, que no necesariamente
están vinculados a la elección de la modalidad técnico profesional en
administración y gestión, no obstante, el conocimiento y la valoración sobre la
misma se va construyendo a lo largo de la experiencia escolar con sentidos
heterogéneos. Estos sentidos están atravesados fuertemente por el vínculo que
se establece entre la educación y el trabajo en términos de posibilitar el
acceso a mejores condiciones de vida.
Jóvenes, escuela técnica y trabajo.
Aspectos teórico-metodológicos de la investigación
En este apartado presentamos algunas precisiones
referidas al enfoque socio-antropológico relacional (Achilli, 2005) desde el
cual se orientó el proceso de investigación3.[6]
Desde esta perspectiva se parte de entender la
realidad como totalidad concreta (Kosik, 1967), abordando la problemática de
estudio a partir de las relaciones entre distintas dimensiones que la
configuran, reconociendo el carácter
conflictivo, contradictorio y en permanente movimiento de los procesos sociales
(Achilli, 2005, p. 17). Este enfoque privilegia el conocimiento de la
cotidianeidad social recuperando las prácticas y sentidos que generan los
sujetos en sus relaciones e interacciones. Retomando a Heller (1987), quien
destaca el carácter heterogéneo e histórico de la vida cotidiana, ésta es
entendida como configuración de “un conjunto de prácticas, relaciones,
significaciones diversas y heterogéneas que construyen sujetos particulares al
interior de una realidad concreta” (Achilli, 2005, p. 22). La cotidianeidad
social es, a la vez, “mediadora hacia lo no cotidiano” (Heller, 1987, p. 25) y
allí puede encontrarse “la evidencia más sólida de los procesos estructurales”,
tanto como “intersticios” que abren alternativas en la configuración de los
procesos sociales (Rockwell, 2018, p. 239).
Partimos de considerar que la juventud es una construcción social, histórica, cultural y
relacional que responde a la vez a una franja epocal y a enclasamientos sociales
(Bourdieu, 2002), por lo tanto, los y las jóvenes viven su cotidianeidad en el
tránsito de experiencias diferenciadas según su clase social, su lugar de
residencia y la generación a la que pertenecen. Retomando a E.P. Thompson
(1963), entendemos a las experiencias en
tanto huellas que las condiciones concretas de existencia dejan en la
conciencia social. Se trata de un proceso activo por el cual un conjunto de
elementos socio-culturales -prácticas, sentidos, saberes, valores- son
apropiados por los sujetos, en nuestro caso los/as jóvenes, en los entornos
inmediatos por los que transitan cotidianamente, entre ellos el escolar.
Apropiación que se produce en el seno de “las relaciones constituidas entre los
diferentes actores significativos que intervienen en una situación o proceso
determinado” (Menéndez, 2010, p.26). Es decir, un proceso educativo, en sentido amplio, un “campo de conformación
sociocultural de prácticas y significaciones humanas”, de “‘enseñanzas’ y
‘aprendizajes’ presentes en distintos ámbitos, además del específicamente
escolar”, por lo tanto, un “campo constitutivo de matrices socioculturales que
incluyen prácticas, conjuntos de valores, modos de relaciones subjetivas,
ideologías, etc.” (Achilli, 1999, p.6). Desde esta perspectiva, la escuela es una “institución” que “existe
como un ‘concreto real’, donde el Estado se encuentra presente pero no de
manera absoluta, es decir, no determina totalmente las interacciones entre los
sujetos involucrados ni el sentido de las prácticas” (Ezpeleta y Rockwell,
1985, p.74). Cada escuela se concibe entonces, como producto de una permanente
construcción social y por ello, subrayan Ezpeleta y Rockwell (1985), la
necesidad de observarla en su cotidianeidad.
En las últimas décadas ha sido extenso el desarrollo
de investigaciones sobre trayectorias educativas de jóvenes en contextos de
pobreza urbana, que las caracterizan como fragmentadas (Foglino, Falconi y
López, 2008; Guzmán y Saucedo, 2007; Kessler, 2002; Terigi, 2010; Tiramonti,
2012; otros), intentando recuperar su diversidad y contraponiendo las
“trayectorias escolares teóricas” o “ideales” a las “reales”. Predomina el
análisis de los sentidos de la escolarización para los y las jóvenes. La
mayoría de los estudios revisados (Llinás, 2009; Montesinos, Sinisi y Schoo,
2009; Weiss, 2012) coincide en que continúa siendo valorada positivamente por
los/as jóvenes y sus familias, aunque son diversos los sentidos que se le
atribuyen. Además de la importancia como medio para un trabajo formal o “ser
alguien en la vida”, la escuela es significada como “espacio de vida juvenil”
(Maldonado, 2000; Molina, 2013; Weiss, 2012).
Respecto a la educación secundaria técnica en
particular, sobresalen estudios –algunos de corte historiográfico– centrados en
el análisis de las políticas y características de la modalidad, los cuales
suelen prestar especial atención al vínculo entre educación y trabajo (y/o
modelo económico/productivo y político) y a las características, en términos
generales, que adquieren las instituciones y el subsistema en distintos
momentos socio-históricos (Almandoz, 2010; Binstock y Cerrutti, 2017; Dussel y
Pineau, 1995; Gallart, 2006; otros). Ciertas investigaciones de carácter
extensivo analizan las trayectorias de estudiantes y las inserciones laborales
y educativas de egresados en la
educación técnica de nivel medio (Álvarez, 2013; Jacinto, 2018; entre otros)4.[7] Aunque escasas, algunas investigaciones analizan lo
que sucede a nivel de los cotidianos escolares y las experiencias de los
sujetos, atendiendo a la vinculación entre educación y trabajo en las
trayectorias de jóvenes en la educación técnica (específicamente de mujeres,
Bloj, 2017; Seoane, 2013), los sentidos sobre la “formación para el trabajo”,
y/o los sentidos sobre el trabajo que construyen jóvenes que asisten a escuelas
secundarias técnicas en distintos contextos provinciales (Butti y Florez, 2018;
Cruz, Cortéz, Moreno y Pereyra, 2019).
A nivel local la temática ha sido incipientemente
explorada, aun cuando la provincia de Santa Fe es una de las jurisdicciones con
mayor cantidad de instituciones de ETP de Argentina (INET, 2017). En ese
contexto, resultan relevantes aquellos trabajos realizados desde el CEACU
(FHyA, UNR), que indagan sobre
experiencias escolares de jóvenes en la educación secundaria técnica (Saccone,
2020); sobre políticas destinadas a la educación técnica de nivel medio
provincial (Debonis, López Fittipaldi y Saccone, 2018; Saccone, 2019), así como
los avances en la línea de indagación que venimos desarrollando acerca de los
sentidos sobre trabajo que construyen jóvenes que viven en contextos de pobreza
y asisten a una escuela secundaria técnica (Nemcovsky et al., 2020). De este
modo, el presente trabajo supone una continuación de esa línea de indagación,
que apunta a profundizar el conocimiento acerca de las experiencias escolares
de jóvenes en la ETP en la ciudad de Rosario.
El trabajo de campo se llevó a cabo durante los años
2016 y 2017, como hemos dicho, en una escuela secundaria pública de gestión
estatal, de Modalidad Técnico Profesional con orientación en Administración y
Gestión que cuenta con tres turnos (matutino, tarde y noche), ubicada en el
Distrito Oeste. Recurrimos a distintas estrategias de construcción de la
información que nos permitieron documentar en profundidad sentidos y prácticas
que construyen los y las jóvenes: observaciones, entrevistas y distintas
estrategias grupales, que se complementaron con algunos recursos de carácter
exploratorio, como la implementación de cuestionarios. Focalizamos en el turno
noche, ya que aquellos/as jóvenes que trabajan se inscriben en mayor proporción
en ese turno5.[8]
Los sentidos sobre la escolarización y su vinculación con el trabajo
desde la perspectiva de los y las jóvenes
Para describir los sentidos que los y las jóvenes
construyen en torno a la escolarización, en primer lugar, retomaremos los
motivos expresados por éstos/as acerca de cómo llegan a esta escuela. De
acuerdo a la orientación en administración y gestión, la escuela posee un plan
de estudios con preeminencia de materias del área contable y contenidos de las
llamadas “ciencias empresariales”. No obstante, como pudimos documentar, los/as
estudiantes manifiestan diversas motivaciones que no necesariamente están
vinculadas con la elección de dicha modalidad. Sobresalen los argumentos que
refieren a: la cercanía del hogar al establecimiento, "porque me queda más
cerca” (R9, 19/06/17, T.N. 1er año), relacionado, a su vez, con las
dificultades para afrontar los gastos de transporte6,[9] “[antes] gastaba mucho en colectivo” (R10, 15/08/17,
T.N. 5to año), y las facilidades que tal cercanía supone para la organización
del grupo doméstico, “es más fácil para mi hermana que ella trabaja cuestión de
que me pueda retirar” (R9, 19/06/17, T.N. 1er año); el conocimiento previo de
la institución, a partir de la experiencia personal o a través de familiares y
amigos/as, “Elegí porque ya vienen mis hermanos [sic]” (R9, 19/06/17, T.N. 1er
año); el deseo más general de finalizar la escuela secundaria “y tener mi título
secundario” (R10, 15/08/17, T.N. 4to año) y/o “tener un mejor trabajo” (R9,
19/06/17, T.N. 1er año).
Como señalan otros estudios (Cerletti, 2009), en
estos procesos de elección de escuelas se ponen en juego definiciones y
opciones que activamente construyen los sujetos, pero dentro de condiciones que
le son dadas. De este modo, vemos que las motivaciones señaladas se encuentran
constreñidas por las condiciones materiales de vida de los/as jóvenes y sus
familias y por la limitada oferta de instituciones educativas del nivel en la
zona en que habitan. De hecho, el Distrito Oeste es uno de los distritos de la
ciudad con menor número de establecimientos educativos y con menor capacidad
escolar por habitante en edad teórica de cursar los niveles obligatorios
(Instituto de Gestión de Ciudades, 2010). A su vez, la escasa matrícula con que
cuenta la escuela favorece la incorporación de estudiantes que fueron
expulsados o rechazados en otras instituciones7.[10] Según los y las jóvenes que “repitieron” algún año
más de una vez en otras escuelas, esta institución es la “única que los
acepta”: “Vine a esta escuela porque es la única escuela que me aceptaron
porque venía repitiendo seguido en otras escuelas [sic]” (R9, 19/06/17, T.N.
1er año).
A su vez, las características de esta escuela -la
posibilidad de cursar bajo la “Nocturnidad” que elimina el cursado en doble
turno, la relación con profesores/as y preceptores/as, entre otras- favorecen
el sostenimiento de la escolaridad, sobre todo para los/as estudiantes que
trabajan. Así los y las jóvenes expresan: “Bueno yo lo deje el ante años pasado
bueno por eso llegue acá pero me gusta porque los compañeros son muy buenos y
los profe te comprenden porque yo trabajo y a veces llegue un poco tarde pero
me entienden [sic]” (R10, 09/08/17, T.N. 3er año).
En tal sentido, es posible evidenciar, como señala
Cerletti (2009), las “diversas y complejas articulaciones entre las dimensiones
de la agencia humana y las limitaciones estructurales propias de cada contexto
socio-histórico” (p.311) que configuran los procesos de selección de la
escuela.
1.1 Sentidos que los y las
jóvenes construyen sobre los procesos de escolarización
A continuación, describiremos los sentidos que
construyen, en el transcurrir de sus experiencias, con respecto a la
escolarización en términos amplios y, posteriormente, profundizaremos en
aquellos que refieren a la modalidad técnico profesional. La experiencia es un
“proceso activo”, a través del cual los/as jóvenes van apropiándose de un
conjunto de elementos socio-culturales diversos. Así, el paso por la escuela va
imprimiendo huellas que pueden dar lugar a procesos de construcción y
resignificación de los sentidos sobre la escolaridad “dentro de determinados
límites”, “bajo condiciones que vienen dadas” (Thompson, 1981, p.19).
En términos amplios, los y las estudiantes construyen
sentidos diferenciales sobre la escolarización. Expresan valoraciones acerca de
la escuela como espacio privilegiado para el aprendizaje y en relación con
proyecciones de futuro (ya sea para continuar estudios posteriores o conseguir
trabajo); pero también refieren asistir a la escuela por “obligación”.
Sobresale una valoración positiva de la escuela en
tanto posibilitaría incorporar conocimientos para “no ser un burro” (R1,
12/10/16, T.M. 1er y 2do año), como distinción frente a aquellos/as que no
concurren y concibiendo a la escuela como espacio privilegiado para el
aprendizaje. La valorización de los aprendizajes se vincula a la idea de “ser
alguien”: “retomé este año porque sin la secundaria no sos nada” (R7, 22/06/17,
T.N. 3er año).
Esta valoración de la escuela también aparece ligada
a proyecciones de futuro, por su importancia para conseguir trabajo, mejorar
las inserciones laborales que se tienen y/o para continuar estudios superiores.
Sin embargo, en relación al trabajo, más que un énfasis en los conocimientos
adquiridos, se destaca la relevancia que se le adjudica a la obtención del
título, del “diploma para conseguir trabajo” (R10, 15/08/17, T.N. 4to año).
Esta valoración del título se desprende, en parte, de las propias experiencias
de búsqueda laboral de las y los jóvenes que en repetidas veces se presentan a
entrevistas “pero no te llaman” (R12, 24/08/17, T.N. 4to y 6to año).
Ligado a los proyectos de futuro, los sentidos sobre
la escolarización también giran en torno a la continuidad de los estudios en el
nivel superior. Algunos/as estudiantes afirman que desean continuar estudios
vinculados a la terminalidad de la escuela en la “facultad de ciencias
económicas, contabilidad” o “administración de empresas” (R8, 22/06/17, T.N.
5to año). Otros/as se inclinan hacia carreras que no se vinculan necesariamente
con la orientación, como el magisterio, “para maestra jardinera” o “de grado”
(R12, 24/08/17, T.N. 4to y 6to año).
Por último, sobresale la “obligación” de ir a la
escuela, que a veces se refuerza en el ámbito familiar: “algunos vienen sólo
porque los padres los mandan”, “no me gusta venir a la escuela. Pero me
obligan” (R2, 12/10/16, T.M. 1er y 2do año). Cabe señalar, no obstante, que
existen matices en cómo se expresa el sentido en torno a asistir a la escuela
por “obligación”, especialmente en relación con las edades de los y las
estudiantes. De este modo, encontramos que se plantea más frecuentemente entre
aquellos/as más jóvenes.
Finalmente, destacamos que las distintas
construcciones de sentido sobre la escolarización se pueden ver tensionadas
cuando las condiciones materiales de vida de los/as jóvenes y sus familias
dificultan el sostenimiento de la asistencia a la escuela, por ejemplo, al no
contar con los recursos económicos suficientes para afrontar el gasto del
transporte, requisito mínimo para poder concurrir.
Sentidos sobre la modalidad técnico profesional. Entre la apropiación y
el desconocimiento
2.1 Desconocimiento y confusiones
respecto a la modalidad técnico profesional
En parte, los sentidos sobre la escuela que
construyen los y las jóvenes se configuran a partir de cierto
desconocimiento/confusiones sobre la modalidad técnica. En ello pueden influir
distintos procesos.
En primer lugar, a diferencia de lo documentado por
otras investigaciones que dan cuenta del lugar relevante que tiene la
valoración positiva de la educación técnica a la hora de elegir la institución
entre jóvenes de sectores populares (Maturo, 2018), los y las jóvenes llegan a
esta escuela por otros motivos, que se imponen por sobre a elección de la
modalidad. A la vez, notamos que tal desconocimiento/confusiones se produce
entre estudiantes que se encuentran cursando. Aspectos que suelen atribuirse a
la modalidad técnica, como la mayor cantidad de años que supone el cursado, los
espacios curriculares denominados “talleres” y las “prácticas”, están
atravesados por tal desconocimiento y confusiones.
E: bueno, ahora tienen taller con esta profe.
Ao2: pero taller de qué.
Ao1: de Marketing.
Ao2: o sea ¿la técnica de qué sería?
E: en Administración.
Ao1: es como te ayuda a estar en una empresa (R15,
08/11/17, T.N. 3er año).
Estas confusiones se vinculan, en parte, al poco
tiempo que llevan cursando las y los jóvenes en esta escuela, pudiendo tratarse
de los primeros años o incorporaciones producidas en el transcurso del año
escolar. También a las características y condiciones particulares de esta
escuela, las cuales se fueron configurando históricamente en la trama de las
políticas educativas y las transformaciones que estas propiciaron en la
educación secundaria técnica. A partir de la Ley Federal de Educación N° 24.195
(1993), la escuela, como muchas otras instituciones de educación media técnica,
se convirtió en Polimodal en bienes y servicios. Con la sanción de la Ley de
Educación Técnico Profesional N° 26.058 (2005) y de la Ley de Educación
Nacional N° 26.206 (2006), se vuelve a reconocer a la Educación Técnico Profesional
como una de las modalidades para el sistema educativo nacional. A nivel de las
escuelas, el proceso de implementación de la modalidad se dio lentamente, por
lo que recién en el año 2016 se gradúa la primera cohorte con el título
secundario de “Técnico en Administración y Gestión”. Incluso, ante la ausencia
de cargos docentes suficientes, los talleres fueron impartiéndose parcial o
tardíamente, profundizando las confusiones que se expresan entre los y las
estudiantes.
Aa1: …materias, nos suman materias, nos sacan
materias
E: ¿qué materia les sumaron?
Aa2: eh… ¿la última cuál es? (…) Recursos Humanos.
E: ¿y cuándo empezaron? (…)
Aa2: hace un mes.
Aa1: un mes, menos (R4, 12/10/16, T.M. 3er, 4to y 5to
año).
Además, a diferencia de lo que ocurre en secundarias
técnicas con otras orientaciones, en esta escuela el trabajo en talleres con
conocimientos específicos de la orientación en administración y gestión
presenta muchas similitudes con lo que se trabaja en las clases de las demás
materias, aportando mayor confusión.
La incorporación gradual de las “prácticas
profesionalizantes” (PP) establecidas como obligatorias para el 6to año en el
nivel secundario de ETP provincial (Decreto N° 1446/11, 2011), también plantea
dificultades para su concreción que pueden contribuir a generar ciertas
confusiones respecto a las mismas. A partir del trabajo de campo realizado,
observamos que algunos/as jóvenes no están al tanto directamente de su
existencia o del modo en que se están llevando adelante. A su vez, los/as docentes
a cargo de las PP destacan dificultades para realizar las prácticas fuera del
ámbito escolar (por trabas burocráticas en el establecimiento de acuerdos
marco, porque las actividades asignadas a los/as jóvenes en las
organizaciones/empresas no cumplirían con los objetivos pedagógicos
establecidos), optando por recurrir a otras estrategias (cursos de formación en
espacios laborales, creación de “empresas simuladas” en el ámbito escolar,
otros).
A la vez, en el turno noche se cursa bajo la
“Nocturnidad”, que implicó, como mencionamos, la concentración del cursado
presencial en un sólo turno (17.30 a 22.30 horas), suprimiendo el “doble turno”
tradicionalmente asociado a la escolarización secundaria técnica, y completando
el cursado presencial a través de una plataforma virtual. Sin embargo, ello se
dificulta por las transformaciones que se produjeron en el Plan Conectar
Igualdad luego del cambio de gobierno a nivel nacional en 20158.[11] También, por las condiciones materiales del
establecimiento, que asumen un deterioro significativo. Producto de la historia
de cada escuela permeada por procesos más generales, estas condiciones
estructuran el ámbito en que trabajan y conviven docentes y estudiantes, a la
vez que “obligan a ciertas prácticas, posibilitan ciertas relaciones y
delimitan el horizonte de lo cotidiano en cada escuela” (Rockwell, 1987, p.36).
2.2 Sentidos sobre la
modalidad técnico profesional y su relación con el trabajo
Entre los sentidos que relacionan la modalidad
técnico profesional con el trabajo, se destacan aquellos configurados en torno
a los aprendizajes escolares específicos de la orientación y en relación al
título que la misma otorga.
En cuanto a los conocimientos específicos, hay
jóvenes que consideran que éstos les resultan útiles y están vinculados a los
trabajos que poseen actualmente. Plantean que los conocimientos escolares les
sirven para las tareas que realizan, sobre todo quienes trabajan en la
construcción, “porque tenés que hacer mucho cálculo con la matemática” (R14,
24/08/17, T.N. 3er año). Aunque tal relación se construye con los trabajos
presentes -generalmente caracterizados por la precariedad, la informalidad y la
inestabilidad- que no suelen ser los deseados por ellos/as.
Algunos/as jóvenes consideran que los aprendizajes
específicos les facilitarían la inserción laboral o educativa futura en ámbitos
vinculados con el área contable: “lo que aprendo en la escuela me sirve para trabajar de lo que yo quiero
trabajar, digamos, no encuentro relación con lo que hago ahora (...) me
gustaría trabajar en algo contable" (R14, 24/08/17, T.N. 3er año). Aunque también hay jóvenes que destacan su
relevancia para inserciones laborales futuras que no necesariamente se vinculan
al área en cuestión.
E: ¿y algún otro piensa que le puede llegar a servir?
Ao: y porque si llegás a primera [división del fútbol
argentino], tenés que tener algún, algo que te haga plata, son fábricas y esas
cosas, y después te ayudan.
E: claro, para saber administrarte.
Ao: claro, todo eso.
E: claro, para saber administrarte con los sponsors.
Ao: para saber también, porque nos enseñaron… (R13,
24/10/17, T.N. 5to año).
Podemos advertir que son múltiples las relaciones que
los y las estudiantes establecen entre los aprendizajes específicos de la
orientación y el trabajo, no obstante, otros/as jóvenes consideran que tal
relación no existe. Dicho planteo aparece ante la disociación que encuentran
entre los trabajos deseados y la orientación de la escuela, "a mí no me gusta nada de
economía, nada, nada, nada. Me gusta todo lo que es de la policía, gendarmería
todo eso" (R12, 24/10/17, T.N. 6to año)9.[12]
En cuanto al título secundario técnico, algunos/as
jóvenes lo valoran positivamente en relación a la cantidad de años de duración
que supone el plan de estudios, lo que se plantea como “mejor” que otras
opciones (como la escuela secundaria orientada o la educación media para
adultos) a la hora de conseguir trabajo. También es valorado positivamente en
tanto certifica un cursado que supone una carga horaria mayor a partir del
doble turno, argumentando que:
Ao: si vos vas a pedir trabajo yo creo que van a considerar
más una persona que hace el doble turno, que está acostumbrada a ir todo el día
en un lugar, a cumplir un horario, que a una persona que fue, qué sé yo, tres
veces por semana dos horas, supongamos (R14, 24/08/17, T.N. 3er año).
Lo que en ambas perspectivas se pone en juego es la
asociación del título técnico con la posibilidad de acreditar un mayor tiempo
de permanencia en la escuela -ya sea en años u horas de cursada-, lo cual,
desde la perspectiva de estos/as estudiantes, podría ser ponderado al momento
de insertarse en el mundo del trabajo. No obstante, ello es tensionado por
algunos/as estudiantes al contraponer otros aspectos, tales como la edad
aproximada con la que finalizarían el nivel secundario en caso de continuar
cursando en la educación secundaria técnica. No debemos olvidar que muchos/as
de los y las jóvenes que concurren a esta escuela poseen experiencias escolares
marcadas por interrupciones temporales de la escolaridad y/o la repetición de
algún/os año/s de cursado. A su vez, esta tensión aparece asociada, por un
lado, a ciertos trabajos/opciones formativas que no requieren específicamente
de un título de secundaria en la modalidad y, por otro, a la proyección
familiar.
Se trata, desde el análisis que estamos proponiendo,
de complejos procesos de apropiación en los que los sujetos, en el curso de sus
experiencias escolares y en el cruce con diversas experiencias vitales, logran
resignificar los objetos culturales disponibles (Rockwell, 2018). De este modo,
a escala de la cotidianeidad social, los títulos pueden cobrar sentidos
diferentes, no anticipables, a partir de análisis realizados en otras escalas
(cfr. Bourdieu y Passeron, 1979). Como señala Rockwell (2009), el énfasis dado
a la reproducción como elemento constitutivo de toda práctica escolar, supone
una abstracción cuyo peligro radica en “el ocultamiento de variaciones
significativas como instancias de contradicción o de resistencia frente al
proceso de reproducción dominante” (Rockwell, 2009, p.134). Podemos
preguntarnos, entonces, si las construcciones de sentido que realizan los y las
jóvenes en torno al título que esperan obtener no conllevan un cuestionamiento,
así sea de modo fragmentario o incipiente, a la condición subordinada que
ocuparían dentro de la estructura laboral existente.
Otra cuestión a considerar es que la apropiación de
sentidos se produce en las relaciones que se entablan entre diferentes actores
(Menéndez, 2010) y, por lo tanto, en las relaciones intra e intergeneracionales
en que se articulan y constituyen las “biografías particulares” de los y las
jóvenes (Sanchez, 2005). De este modo, vemos que, en parte, los sentidos que
valoran positivamente el título de la modalidad como habilitador para conseguir
un “mejor trabajo”, se construyen en los intercambios con los pares y,
fundamentalmente, con los/as adultos/as con quienes interactúan cotidianamente
y que, al decir de Gramsci (2004), “cumplen siempre la educación de los
jóvenes” en sentido amplio. Así, los y las jóvenes suelen remarcar la
influencia que sus docentes tienen en algunas decisiones que toman respecto a
la escuela y, especialmente, en la valoración positiva del título de la
modalidad, “yo una vez me quise cambiar, el año pasado creo que era porque no
quería hacer un año más hasta 6to y él [director] me habló, me dijo que me
quede, me dijo que es mejor” (R12, 24/10/17, T.N. 6to año).
Sostenimiento de la escolaridad y condiciones de vida. Posibilidades de
compatibilizar los tiempos escolares y laborales
En este apartado nos interesa profundizar en las
dificultades con que se encuentran los y las jóvenes para compatibilizar los
tiempos escolares y laborales, ya que es frecuente que quienes asisten a esta
escuela, sobre todo al turno noche, estén trabajando y tengan a cargo tareas
domésticas y de cuidado (Nemcovsky, et al., 2020). Así, destacan estas tareas
como obstaculizadoras para el sostenimiento de la escolaridad, “al tener un bebé chiquito no
podía estar mucho tiempo fuera de casa” (R10, 15/08/17, T.N. 5to año).
Ao: Yo estaba estudiando mecánica y dejé porque eran
2 turnos a la mañana y a la tarde, en la escuela (…) dejé en 3ro porque me
cansé y empecé a ir a la feria a trabajar y me gustó la plata (R7, 22/06/17,
T.N. 3er año).
Una estrategia que despliegan para poder
compatibilizar los tiempos destinados a dichas tareas con los que requiere la
escuela es el cambio de turno.
Ao: en 1er año, bueno, yo trabajaba como ayudante de
albañil entonces vine a la noche (…) me quedé sin trabajo, me volví a la
mañana, hice 2do y hasta 3er año, mitad de año, y ahora me volví a pasar a la
noche (R14, 24/08/17, T.N, 3er año).
Estas idas y venidas entre turnos a partir de los
cambios en la situación laboral, así como las llegadas tarde o la entrega de
trabajos fuera de término, son toleradas por la escuela para evitar la
interrupción de la escolaridad. Aun cuando dichas facilidades brindadas por la
institución permiten el sostenimiento de la escolaridad, los trabajos a los que
suelen acceder conllevan un desgaste físico, resultando en cansancio y esfuerzo
para atender o participar de las clases.
Ao1: cansa… cansa el hecho de decir no podés llegar a
tu casa y descansar.
Ao2: ¿me entiende? yo llegué hace un rato y vine para
la escuela.
E: ¿y qué pensás en ese momento?, ¿qué decís?
Ao1: tengo sueño.
E: ¿y qué pensás que no te quedás a dormir ahí y
decís “voy”?
Ao2: no porque… yo sé adónde quiero llegar y sé lo
que tengo que pasar para llegar, cada uno llega adonde puede por su esfuerzo
(R14, 24/08/17, T.N. 3er año).
Otro aspecto que dificulta el trabajo en clase es la
asistencia con los/as hijos/as pequeños/as que requieren atención, al no contar
con un espacio específico y con personal que pueda encargarse de su cuidado,
obstaculizando el desenvolvimiento de la clase y, particularmente, los procesos
de aprendizaje de las jóvenes madres.
Distintos estudios (Foglino, Falconi y López 2008;
García, 2013; Sinisi, Montesinos y Schoo, 2010) han subrayado que el tiempo
escolar está continuamente tensionado por el tiempo que demandan las inserciones
laborales de quienes trabajan, el cuidado de los/as hijos/as, el embarazo, las
tareas del hogar, entre otras. Sin embargo, como han señalado Sinisi,
Montesinos y Schoo (2010), y también lo hemos documentado en nuestra
investigación, “acercarse, retirarse, esperar, explorar otros caminos,
revincularse, proyectar, son acciones que implican decisiones -no siempre
conscientes ni racionales- que se configuran en la compleja zona de
articulación entre agencia y estructura” (p.72), procesos que permiten complementar
y complejizar la mirada de algunas indagaciones de corte cuantitativo (SITEAL,
2013) que analizan la problemática de la interrupción de los estudios. De este
modo, sostenemos que, aun cuando las experiencias vitales de los y las jóvenes
están atravesadas por procesos y condiciones similares, no siempre se expresan
en recorridos escolares semejantes, evidenciando las múltiples y diversas
apropiaciones que realizan los sujetos.
Reflexiones finales
A lo largo del escrito profundizamos en el análisis
de la relación entre escuela y trabajo desde las experiencias de jóvenes que
asisten a una escuela técnica y viven en contextos de pobreza urbana.
Identificamos que manifiestan diversos motivos por
los cuales asisten, no necesariamente vinculados a la elección de la modalidad
técnico profesional en administración y gestión. Se trata de opciones
constreñidas por las condiciones materiales de vida y por la limitada oferta de
instituciones educativas del nivel en la zona en que habitan. Sin embargo, los
y las estudiantes van apropiándose de sentidos heterogéneos sobre la misma en
el transcurrir por la experiencia escolar y con la intervención de diferentes
procesos y sujetos. En primer lugar, advertimos que estos sentidos se
configuran a partir de cierto desconocimiento/confusiones sobre la modalidad y,
particularmente, sobre algunos aspectos que suelen asociarse a la formación
técnica. También circulan y son apropiados por los/as estudiantes, sentidos que
vinculan el título técnico con la posibilidad de conseguir un “mejor” trabajo,
aunque esta valoración es tensionada por otros aspectos, tales como la edad
aproximada con la que finalizarían la escuela. Respecto a los conocimientos
específicos que supone la orientación en administración y gestión, vimos que
algunos/as los consideran relevantes para sus trabajos actuales o deseados,
mientras otros/as no encuentran una relación directa entre dichos conocimientos
y las inserciones laborales.
El trabajo y las tareas domésticas y de cuidado de
niños/as son destacadas por los/as jóvenes como obstaculizadoras para el
sostenimiento de la escolaridad. Más allá de las facilidades brindadas por la
escuela, éstas resultan insuficientes frente al desgaste físico y el cansancio
que conllevan tales responsabilidades, pudiendo influir en el desarrollo de los
aprendizajes.
Si bien los sentidos que construyen los y las jóvenes
son heterogéneos, en términos generales están atravesados fuertemente por el
vínculo que se establece entre la educación y el trabajo, entendiendo a la
escolaridad como posibilitadora del acceso a mejores condiciones de vida. Ahora
bien, para acercarnos a comprender el modo en que se teje la relación entre
educación y trabajo, fue necesario considerar los múltiples condicionamientos
que atraviesan la construcción de las experiencias de los y las jóvenes, tales
como las condiciones de vida de éstos/as y sus familias, sus experiencias
escolares previas, sus experiencias laborales, aspectos institucionales y de
las políticas educativas que imprimen particularidades a la vida cotidiana
escolar, así como las múltiples relaciones que se establecen entre los
distintos sujetos que participan de la misma.
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⃰ [1]Doctoranda en Antropología en la Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (FFyL, UBA). Becaria Doctoral
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Licenciada en Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad
Nacional de Rosario (FHyA, UNR). Adscripta en la Escuela de Antropología,
(FHyA, UNR). Miembro del Programa de Antropología y Educación del Centro de
Estudios Antropológicos en Contextos Urbanos (CEACU, FHyA, UNR).
⃰ ⃰ [2] Doctoranda en Antropología en la
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (FFyL, UBA).
Becaria Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET). Licenciada en Antropología, Facultad de Humanidades y Artes,
Universidad Nacional de Rosario (FHyA, UNR). Docente auxiliar de 1era categoría
en la Escuela de Antropología (FHyA, UNR). Miembro del Programa de Antropología
y Educación del Centro de Estudios Antropológicos en Contextos Urbanos (CEACU,
FHyA, UNR).
⃰ ⃰ ⃰[3] Doctora en Antropología, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (FFyL, UBA). Becaria
Postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) en la Unidad Ejecutora en Ciencias Sociales Regionales y Humanidades,
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Universidad
Nacional de Jujuy (UE-CISOR, CONICET-UNJu). Licenciada y Profesora en
Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario
(FHyA, UNR). Miembro del Programa de Antropología y Educación del Centro de
Estudios Antropológicos en Contextos Urbanos (CEACU, FHyA, UNR).
1[4] Este trabajo reelabora parte de los avances del
proceso de investigación plasmados en Nemcovsky et. al. (2020).
2[5] Proyecto: “Jóvenes y experiencias socioeducativas. Un
estudio antropológico de los sentidos sobre la escolarización en contextos de
pobreza urbana” (PID SeCyT UNR 1HUM 520, 2016-2019) y Proyecto: “Jóvenes y
Educación Técnica. Un estudio antropológico de los sentidos acerca del trabajo
en la escuela técnica” (AEI-FONIETP NRU 212, 2017-2018). Ambos bajo la
dirección de Mariana Nemcovsky y la co-dirección de Gabriela Bernardi, y en los
cuales también participaron Marina Santos, Mirna Calamari, Noelia Martínez,
Mara Dobry y Eliana Maiolino.
3[6]Para una descripción detallada de la perspectiva
teórico-metodológica ver Nemcovsky et. al. (2020).
4[7]Existe también una línea de investigación sobre la
“transición” y/o relación entre educación y trabajo de jóvenes que asisten o
egresaron de escuelas secundarias (no técnicas) (Corica, 2012; Filmus, Miranda
y Zelarayan, 2001; Kornblit, 2004; Llomovatte, 1991; Otero y Miranda, 2005;
otros).
5[8] En el turno noche la escuela ofrece una “opción
pedagógica y didáctica” de cursado mediado por “materiales didácticos y por las
tecnologías de la información y la comunicación”, denominada “Nocturnidad”, que
suprime el doble turno (ver Saccone, 2019).
6[9] A diferencia de otras localidades que tienen boleto
estudiantil gratuito, en la ciudad de Rosario, la tarifa del transporte urbano
de pasajeros para estudiantes sólo cuenta con una bonificación del 50% respecto
de la tarifa básica (medio boleto estudiantil).
7[10] En el turno noche, la escuela posee dos divisiones de
1er año (con un promedio de 40 inscriptos cada una), número que disminuye
marcadamente en los años subsiguientes (llegando a contar con una división con
menos de 10 estudiantes en 6to año). A su vez, dentro de cada curso, la
matrícula desciende considerablemente a medida que transcurre el ciclo lectivo.
8[11]El Plan Conectar Igualdad se crea en 2010 como una
política socio-educativa a nivel nacional a través de la distribución de una
computadora portátil a cada estudiante y docente junto con lineamientos
pedagógicos para su utilización. En diciembre de 2015, a partir del cambio de
gobierno nacional, comienza a desmantelarse progresivamente, hasta su reemplazo
por el Plan “Aprender Conectados” en 2018.
9[12] Esta opción es considerada por los y las jóvenes como
una salida laboral con cierta estabilidad y, a la vez, como respuesta a una
necesidad, en relación a las situaciones de inseguridad que se viven en los
barrios que habitan. Como hemos profundizado en otra arista de la investigación
más amplia de la que se desprende este escrito (Nemcovsky et al., 2020), estos
sentidos se ven tensionados frente al accionar de las fuerzas de seguridad en
esos mismos contextos barriales, experimentado por las y los jóvenes como
abusivo y violento.